Feria de Bilbao

Una balsámica vuelta para Encabo

- Las Ventas. Toros de Conde de la Maza, bien presentados, salvo el 5º, el 2º encastado. Un cuarto de entrada. - Luis Miguel Encabo, de berenjena y oro, bajonazo (vuelta); dos metisaca, pinchazo, estocada (silencio). - Alejandro Amaya, de gris perla y oro, cuatro pinchazos, descabello (silencio); estocada trasera (silencio). - Javier Solís, que confirmó alternativa, de pizarra y oro, casi entera (ovación); media, aviso, tres descabellos (silencio).

El madrileño firma un pase de pecho a su primer adversario de la tarde
El madrileño firma un pase de pecho a su primer adversario de la tardelarazon

Luis Miguel Encabo dio una balsámica vuelta al ruedo de un encastado toro del Conde de la Maza, el mejor de un áspero y ofensivo encierro, al que corrió con mano baja en redondo y al que pudo incluso cortar una oreja si la espada no hubiera entrado desprendida.

Después de unas últimas actuaciones más discretas de lo en él, torero del gusto de Madrid, habitual, el alcalaíno cuajó al primero de su lote, pronto, con buen fondo y repetidor, que le permitió desempolvar unos «olés» que hacía tiempo no escuchaba. Encabo, que arrancó con toreros ayudados por alto, se gustó en varias series muy macizas por la derecha. Toro encastado para apostar al que entendió a la perfección dejándole la franela siempre muy puesta por delante. El único lunar, la tizona. Al caer muy caída, también hizo decaer los ánimos del presidente. Dio una redentora vuelta al ruedo.

El cuarto fue una alimaña con dos puñales. Dueño y señor del ruedo en los primeros tercios, Encabo no se pudo acoplar a los tornillazos del burel que, mirón, siempre calamocheaba en cada pase.

Con el toro de su confirmación, al que quitó con gusto por chicuelinas, Javier Solís mostró firmeza y colocación ante un colorao alto y zancudo que se quedó muy corto buscando siempre los tobillos. Inicio el trasteo con el cambiado por la espalda y acortó las distancias metiéndose entre los pitones con mérito. Logró robar algún natural templado, pero siempre sin ligazón, sinónimo de casi nada en Las Ventas.

Casi un lustro después, se las vio con el sexto, abanto de salida. Y es que el toro sólo tuvo una cosa buena transmisión, que le duró hasta que se rajó. Demasiado pronto como para que el extremeño arrancara algo de valor.

Completó la terna el mexicano Alejandro Amaya. El de Tijuana adoleció precisamente de la mordiente de su tierra y aburrió con una insípida labor al astifino tercero, todo un tío, que quedó inédito entre trapazos y pinchazos. Ante el quinto, estuvo más aseado y asentado, pero tampoco conectó con el tendido. Gélido, uno, frío el resto.

Y es que la tarde sólo sirvió a Encabo, que volvió por dónde solía. ¿Servirá para que regrese en Otoño? Al menos, él –igual que Víctor Puerto hace siete días–, puso empeño.