Literatura
Una vacuna para el dolor
Mara Torres ahonda en la literatura del desamor en «La vida imaginaria»«la vida imaginaria»Mara TorresPlaneta. 256 págs., 18,52 euros, (e-book, 9,99)
Mara Torres, finalista del Premio Planeta, es la última en arribar a la literatura del desamor. La autora vivió un momento de soledad como el que atraviesa su protagonista e inventó un personaje imaginario para que la apoyase en ese ínterin que todos conocemos muy bien. Una muleta creativa que puede ayudar a no pocos lectores que se levantan con dolor y viven con desolación. Una mujer abandonada evoca de forma virtual el universo de sus emociones y ensoñaciones de su antigua relación. Sin ánimo de ser mal interpretada, esto suena al más puro –y quizá inconsciente– estilo «chick-lit» sajón, que ha dado la vuelta al mundo. Un género escrito y dirigido para mujeres normalmente solteras formadas, emancipadas y que bordean la treintena, que suelen ser dueñas de su mundo material pero no emocional. Estas novelas atraen por su frescura y su modo de afrontar temas que muchas veces son tabú. Tiene sus orígenes a partir del libro «Confesiones de una sociópata» y escaladora social: «Crónicas de Katya Livingston» de Sue Townsend, quien se inspiró en los diarios de Adrian Mole a mediados de los noventa.
Esperanzas y sueños
Otra influencia llegaría de la mano de de M.C. Beatron acerca de Agatha Raisin y Hasmish Macbeth, aunque quien daría la vuelta al mundo, visibilizándolo «cósmicamente», sería Helen Fielding con su «Diario de Bridget Jones». Esperanzas, sueños, valores, ideales, miedos, necesidad de terapia y una realidad exigua que siempre requiere un poco de imaginación.
Este bautizo de fuego de la periodista recuerda a las antiguas damiselas del XIX por féminas independientes, resolutivas, trabajadoras e igual de deseosas de encontrar el amor. Para ello deben driblar los problemas y el estrés con una vida personal llena de ensoñaciones, mundos sutiles y realidades aberrantes... Pero en el libro de Mara Torres late la vida con modismos, jerga, tacos, realidad, frases coloquiales y noches que nunca terminan. El lector no debe tener prejuicios. Un buen rato literario no se paga en divisas. Si aprendemos a volar, mejor que mejor. Este enfangado presente se ve mejor a distancia. Y mucho mejor «desde una vida imaginaria».
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