Danza
Wim Wenders: «Si te expones a Pina Bausch te vuelves adicto»
El cineasta muestra el universo de la maestra de la danza
«Pina hizo algo realmente único: inventó un arte nuevo». Lo dice el que fue su amigo y compañero en una generación de artistas con una obsesión: la renovación artística. Dos años después de la muerte de la gran maestra de la danza, Wenders hace gala de esta filosofía en el documental «Pina 3D», un formato con posibilidades más allá de la animación y la ciencia ficción.
-¿Tienen algo en común el lenguaje de la danza y el cinematográfico?
-Sí y no. Ambos tratan con el lenguaje del cuerpo. Cuando descubrí el trabajo de Pina, lo increíblemente versátil que es su gramática, me di cuenta de que yo era un verdadero principiante en este campo. De hecho, esperé 20 años para hacer esta película porque mi equipo no estaba preparado para rodar danza. Todo lo que podía hacer con la cámara no era suficiente para captar la belleza y la magia de su trabajo. No podía decepcionarla.
-¿Le ofreció el 3D las herramientas necesarias para llevarlo a la gran pantalla?
-Sin duda. Fue la tecnología que permitió entrar en el reinado de los bailarines: el espacio. No hubiera hecho nunca esta película en 2D. Mientras rodábamos descubrí la afinidad que tiene con la danza. No sólo podía entrar en el espacio y ofrecer la profundidad, sino que podía representar los cuerpos de una manera diferente. ¡De repente tienen volumen! Eso ensalzó la presencia de los bailarines de una forma que nunca se había visto.
-¿Qué tiene de peculiar rodar la danza?
-Te tiene que gustar lo que ves. Es igual que si grabas un concierto y no te gusta su música: nunca podrás acentuar las emociones. Además, debes conocer la coreografía. Sólo así puedes saber el ángulo ideal en cada momento.
-La admiración que profesan sus bailarines durante las entrevistas del documental son impactantes. ¿Por qué el universo de Bausch era tan especial?
-Consiguió inventar una nueva forma de expresión, algo impensable en la mitad del siglo XX. Su trabajo no le debe nada al clásico, al baile moderno, al teatro ni a la pantomima. Se trataba de un arte empírico, muy personal, basado en su capacidad de observación. Desarrolló sus coreografías con bailarines y actores que encontró por todo el mundo. El resultado fue algo tan emocional que, si te expones a él, es muy fácil que te vuelvas adicto. Yo todavía viajo mucho para ver los espectáculos de su compañía.
-En un sentido artístico más amplio, ¿cuál cree que fue la aportación de Pina Bausch?
-Nos enseñó más sobre las relaciones entre hombres y mujeres que toda la historia del cine con un lenguaje simple, que habla todo el mundo. Cuando ves sus coreografías sientes cosas que no sabías que tenías dentro. Nos conecta con nuestro cuerpo de una manera revolucionaria, simple y compleja, y nos acerca a emociones a las que parece que ningún otro arte tiene acceso.
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