Bilbao

Los terrenos de Castella

Finito de Córdoba, presente en lugar del herido Alejandro Talavante, abrió la segunda de feria en San Sebastián de los Reyes con un astado que no tuvo demasiada emoción, merced a sus justas energías. El andaluz lo probó sin demasiado empeño en series en las que faltó cargar más la suerte y cruzarse. Con la espada, las de Caín.

El francés se estira en un derechazo, ayer, en San Sebastián de los Reyes
El francés se estira en un derechazo, ayer, en San Sebastián de los Reyeslarazon

Más fuste y empeño puso en el cuarto, donde Finito gustó y, sobre todo, se gustó. Tras una serie entonada en redondo al inicio, la faena volvió a elevar su intensidad en el final. Cuatro series muy despacio, prácticamente detenido el tiempo. Todo muy pausado y más templado aún. De enorme sabor. Otra más de trincherillas con el aviso ya entonado. Daba igual, estaba a gusto Fino. Pero, en éstas, hubo que coger la espada. Y el luminoso azul cielo se oscureció. La tizona asomó en los costillares, atravesada. Silencio.

Tizona roma
El Juli se lució en su primero por chicuelinas. Pero, con la muleta, el astado cantó los defectos de los primeros tercios. Orientado, el burel se acostaba y le marcó incluso la cornada. Cada vez más corto, El Juli le exprimió en un trasteo basado en el pitón derecho. Pese a volcarse sobre el morrillo, pinchó reiteradas veces. De nuevo, la espada roma apareció en el quinto. Juli se lo dejó muy crudo, apenas un picotazo en varas, para someterlo en la pañosa. Y así fue. Apretó el madrileño en busca de las orejas. Faena rotunda con empaque en redondo y al natural. Dos pinchazos volatilizaron los apéndices. Una lástima, porque, en ambos toros, se tiró a matar.

Sebastián Castella llegó con ganas de desquitarse de su paso por Bilbao. Saludó con bríos a la verónica al tercero. Al ralentí, la larga cordobesa. Citó desde los medios para intercalar chicuelinas y tafalleras en un vistoso quite. También desde la boca de riego, comenzó con la muleta, tras un hierático prólogo a pies juntos. Faena de más a menos por ambos pitones, en la que acortó las distancias y pisó, una vez más, esos terrenos en los que se siente tan cómodo ante un animal mirón e incierto. Enterró la espada caída, lo que no impidió que paseara una oreja con petición de otra.

Dicho trofeo llegó en el sexto, gracias a un soberano arrimón marca de la casa en un trasteo que comenzó con los no menos habituales cambiados por la espalda. Toreo rotundo, con alfileres, pero valor, de ley. Y es que Castella parece coger aire, lucidez, en esos metros en los que la mayoría se ahoga. Triunfo con sello propio.

Segunda de feria. Reses de Victoriano del Río y Toros de Cortes (6º), mal presentados, manejables, pero sin raza. Bueno, el 4º. Finito de Córdoba, silencio y silencio tras aviso; El Juli, silencio y saludos; y Sebastián Castella, oreja y oreja tras aviso. Casi lleno.