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Máxima tensión entre la UE y Rusia
La política exterior común de la UE, que se columpia entre la inexistencia y la incoherencia, vuelve a pasar esta semana un complicado trago en su cumbre semestral con Rusia. Con una historia reciente de sonoros desencuentros sobre derechos humanos, energía y la respuesta a la Primavera Árabe –y aún con las denuncias de fraude electoral–, el presidente ruso, Dmitri Medvedev, encabezó la delegación que llegó ayer a Bruselas.
BRUSELAS- La Cumbre UE-Rusia llega en un momento crítico. El Parlamento Europeo aprobó ayer una resolución que pide nuevas elecciones «justas y libres» en Rusia y exige una investigación inmediata y completa sobre los casos de fraude en los comicios del pasado 4 de diciembre. La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, expresó su «preocupación» por la «violencia de la Policía contra activistas, periodistas y meros observadores». Estas elecciones, junto con el retorno orquestado de Vladimir Putin a la Presidencia, han sido la punta de un iceberg de un país que ha recuperado la retórica del enemigo exterior de los tiempos soviéticos contra EE UU, a raíz del escudo antimisiles, y contra la UE por los gasoductos.
La «demodura» del país (la simbiosis de democracia y dictadura) se ha extendido sin control en la última década, con una represión desde las instituciones del Estado que encabeza un sistema judicial al servicio del Kremlin, y que atenaza no sólo a los periodistas críticos y opositores, sino también a la clase media que intenta florecer. Según el Centro de Investigación Legal y Económica, uno de cada seis empresarios rusos ha sido investigado por crímenes económicos durante los últimos diez años, sin haber indicios en la mayoría de los casos. A pesar de pertenecer al grupo BRIC de los países emergentes, Rusia camina en sentido contrario a la modernización, siendo en 2010 tan corrupta como Papua Nueva Guinea.
La presión de los representantes europeos es enorme, sobre todo porque la UE llega en un momento de extrema debilidad por la crisis, por lo que ha tenido que acudir a Rusia para que ayude en el rescate de la eurozona. Este tema lo empezaron a tratar en la cena de ayer que abrió la cumbre. Además, los Veintisiete necesitan el apoyo de los rusos –miembros con derecho de veto en el Consejo de Seguridad– en asuntos como el programa nuclear iraní o la condena a la represión en Siria.
Por eso, la UE evita aplicar a Rusia el mismo rasero que utiliza para sus otros vecinos ex soviéticos o para la ribera sur del Mediterráneo. Para Bruselas, Moscú es un «socio estratégico» con el que se tiene un «diálogo crítico», pero también una «relación diferente» que se traduce en una amplia flexibilidad. Mientras Europa abre la mano con la exploración de liberalizar los visados o el apoyo para la entrada de Rusia en la Organización Mundial del Comercio, Moscú responde con un tono «hostil», según describen los europeos, respecto a las nuevas normas energéticas europeas o las negociaciones que Europa mantiene con países suministradores de gas en el Cáucaso, además de su bloqueo en resoluciones del Consejo de Seguridad como la de Siria.
Barroso, que se ha encarado con Putin delante de las cámaras este año por el tema energético, y en 2009 por los derechos humanos, tendrá en esta ocasión enfrente a un Medvedev ya de salida. Antes del posible regreso del hoy primer ministro, los europeos quieren fijar una posición de fuerza en el pantanoso terreno de la salud democrática de Rusia, «mejorando» el diálogo sobre derechos humanos. Podría ser un primer paso para aprovechar los primeros reveses en el régimen de Putin, cuya popularidad monolítica ha visto las primeras grietas con las grandes manifestaciones del pasado fin de semana, trayendo algo de oxígeno al férreo régimen ruso.
Dimite el presidente de la Duma
El presidente de la Duma, uno de los principales colaboradores de Vladimir Putin, es la primera víctima política de la ola de protestas contra el fraude oficialista en las recientes elecciones parlamentarias.«Hoy [por ayer] he tomado la decisión de renunciar a mi acta de diputado», anunció Boris Grizlov, quien dirigió la Cámara Baja desde diciembre de 2003. Grizlov, «número dos» del partido oficialista Rusia Unida, es considerado uno de los grandes culpables de los malos resultados del partido de Putin.
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