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África no está lejos por Rosetta Forner

La Razón
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África no termina en las costas de España, en realidad ningún país termina donde empiezan las fronteras políticas del otro. Puede que haya fronteras en las que se exija pasaporte, pero ni al viento ni al sol ni a los pájaros del cielo se les puede cortar el paso. No existen caminos vedados para los humores de Gaia. Esto me lleva a reflexionar acerca de que los problemas de otro ser humano, por lejos que esté, pueden y deberían ser los míos, porque todos estamos conectados espiritualmente en algo llamado «red», que aunque no sea visible al ojo humano, es real como la Tierra misma. «El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo» (proverbio chino). Con el «efecto mariposa» (acuñado, por el meteorólogo y matemático Edward Lorenz a partir del resultado obtenido al intentar hacer una predicción del clima atmosférico), Gaia nos recuerda constantemente que tiene vida propia y que «ella» hace lo que le pasa por los vientos y tose arena cuando se agita. Hace muchos años, explotó un volcán y sus cenizas llegaron hasta EE UU cubriendo los campos de muchos estados americanos, el efecto fue devastador y la hambruna terrible. Esto es una aldea global, donde sembrar vientos trae tempestades. Los antiguos mayas creían que la conciencia de las personas emitía ondas energéticas que afectaban a las cosechas: si la emisión era de ondas negativas, la tierra se agostaba. Si, por el contrario, eran positivas, las cosechas eran abundantes. Dado que habitamos la Tierra y vivimos de ella, ¿qué tal si cuidamos nuestras emisiones de gases mentales? Así podremos respirar, aires buenos limpios y alegres. Lo dicho, el viento trae lo que a Gaia le apetece.