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Sálvese quien pueda
La orquesta del «Titanic» seguía tocando mientras los pasajeros abandonaban, por riguroso orden de clase social, el barco. La orquesta no sólo no dejó de tocar, sino que su música intentó mantener la esperanza en el comedor de primera, sin conseguir su objetivo, pero dejándonos para el acervo de la gente civilizada que primero son los niños y los viejos. Hay escritas varias novelas sobre la leyenda de estos caballeros que aguantaron el tipo hasta el final, hasta la última nota. Murieron todos. El capitán Edward John Smith, tampoco abandonó el barco a su suerte y se ha escrito mucho sobre la solemnidad y la valentía con las que afrontó las últimas horas. Un siglo después se ha hundido el «Costa Concordia» a escasos metros del litoral italiano, sólo hay cinco muertos –de momento–, pero no se mantuvo encendido ni el hilo musical, los pasajeros fueron abandonados a su suerte, bajo la doctrina de «sálvese quien pueda», y el capitán fue el primero en huir. En el «Titanic» por lo menos se sabía cuál era el orden de evacuación; en el «Costa Concordia» ha sido el orden de los tiempos que nos toca vivir: a mogollón. Italia tendrá que explicar muy bien por qué un capitán abandona el barco cuando se está hundiendo.
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