Barcelona

Ferraz la casa de los líos

A la dirección federal del PSOE le crecen los enanos. Barcelona, Madrid y Valencia están abocadas a celebrar primarias para elegir candidato entre denuncias de «pucherazo», condenas por prevaricación y cuentas pendientes sin saldar.

 
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Jordi Hereu accedió a la Alcaldía de Barcelona en septiembre de 2006. No hubo unas elecciones municipales; simplemente, Joan Clos fue llamado por Zapatero para la cartera de Industria. Un año después, Hereu se presentó a la Alcaldía avalado por el aparato del partido. Formó Gobierno en minoría con ICV y el mandato ha sido de todo menos dulce.

El fiasco el año pasado de la consulta de la Diagonal –donde se gastó más de tres millones en un referéndum en el que los pocos barceloneses que votaron pidieron que la avenida se quede como está– puso en cuarentena su liderazgo hasta tal punto que, pese a que la federación de Barcelona del PSC le arropa sin fisuras –y no así el aparato del partido–, acepta medirse en unas primarias con la ex consejera de Interior (primer tripartito) y Justicia (segundo), Montserrat Tura. Además, el propio partido tiene un estudio que deja al PSC como tercera fuerza en la Ciudad Condal, por detrás de CiU y PP. Por lo que no extraña que en la sede de los socialistas catalanes se vea este proceso de primarias como un revulsivo y no se haya cuestionado que la federación de Barcelona haya optado por saltarse la norma de que Tura necesitaba un 40% de avales para presentarse. En L'Hospitalet, en cambio, la alcaldesa Núria Marín sí le exige los avales a su contrincante, José Conde.

Mientras, en Valencia, a la escasa popularidad que otorgan a Jorge Alarte las encuestas de todos los bandos, se une el conflicto judicial abierto entre el secretario general y el ex ministro, Antonio Asunción. El segundo ha denunciado al primero por calumnias, ya que el jefe de los socialistas valencianos afirmó que el intento de Asunción de concurrir en primarias contra él respondía a una estrategia trazada por el PP que le habría ofrecido un puesto de consejero en el futuro gabinete de Francisco Camps. Previamente, la dirección del PSPV había anulado cerca de 300 avales al ex ministro, con lo que se impedía su proclamación como candidato a las primarias. Tras anularlas, el Comité de Derechos y Garantías destruyó los avales, algo que fue calificado por Asunción de «pucherazo». Tres meses después, se le abrió un expediente disciplinario con suspensión cautelar de la militancia incluida. El ex titular de Interior ha recurrido estas maniobras ante la Justicia.

Y en Madrid, la cordialidad que mostraban públicamente el líder del PSM, Tomás Gómez, y la Ejecutiva federal tras la «revuelta» de las primarias ha quedado en agua de borrajas. El pasado jueves, el TSJM condenó a la «mano derecha» de Gómez, Trinidad Rollán, a ocho años de inhabilitación por prevaricar cuando era alcaldesa de Torrejón de Ardoz. A pesar de que han recalcado que recurrirán al Supremo, había que tomar una decisión a nivel político. Y ahí es donde han chocado Ferraz y Callao. La Ejecutiva federal dejó claro que Rollán no iría en las listas a las elecciones del 22-M, pero Gómez la ha mantenido en su cargo de secretaria de Organización del PSM. El pulso ya está echado.

Una información de: S. Doménech/T. Ramos/ L. L. Álvarez