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Joven español universitario y limpiador
MADRID- Santiago ya está acostumbrado a moverse entre fregonas sin soltar los libros de texto. Y no tiene ningún problema al respecto. Con 20 años, obtuvo la diplomatura en Magisterio y se especializó en música mientras trabajaba de limpiador. Con todo, sigue esperando a que le toque la «lotería» de las oposiciones. «Me examiné en enero para una plaza de Primaria en la Comunidad de Madrid. Pero hay 20 plazas y nos presentamos 1.500, así que imagínate...», dice. Ahora tiene 36 años, está casado y con una hipoteca a cuestas. De vez en cuando da clases particulares. Sin embargo, a día de hoy trabaja para dos empresas en Ávila, prestando sus servicios en la Delegación de Hacienda y en la Universidad. «No lo quiero dejar, porque es lo único que tengo», confiesa. Eso sí, el principal problema es que «no llego a media jornada. Y con 300 euros al mes, no te da para nada», reconoce.
El perfil del profesional de la limpieza ha dado un vuelco en los últimos años. Concretamente, a partir de 2008, cuando la crisis económica comenzó a hacer estragos, se ha «colado» en el sector un nuevo aspirante: cada vez resultan más habituales en las empresas la llegada de currículums de personas de nacionalidad española, con estudios superiores –diplomaturas o licenciaturas– y que oscilan entre los 30 y los 48 años. Así lo asegura la «Radiografía del Empleo en el sector de la limpieza profesional en la Comunidad de Madrid», realizado por la Asociación de Empresarios de Limpieza de Madrid (Aelma).
Mujer de 42 años
Un análisis que, si bien se ha hecho en los límites de la comunidad autónoma, «es perfectamente extrapolable al resto de España, pues Madrid supone un 30 por ciento del mercado de la limpieza en nuestro país», asegura a este diario Jesús Martín, presidente de la asociación.
El perfil del profesional de la limpieza es el de una mujer de 42 años, con estudios básicos, casada y con hijos. No en vano, la mujer representa al 78 por ciento de las plantillas de trabajadores. Además, se producen distinciones por sexos: ellas trabajan habitualmente en comunidades de vecinos, hospitales y colegios, y ellos en garajes, párkings y naves industriales. El 75 por ciento trabaja a tiempo parcial con contratos indefinidos, mientras que el resto lo hace con contratos temporales. Con todo, lo que más llama la atención es el hecho de que, a día de hoy, la mano de obra del sector corresponde en un 65 por ciento a trabajadores de nacionalidad española. El 15 por ciento procede de Ecuador, el 10 por ciento de Colombia, el 4 por ciento de Perú...
«El resultado ha sido sorprendente», dice Martín. En 2008, «alrededor del 50 por ciento de los trabajadores eran extranjeros», señala. ¿Conclusión? «Que la gente está un poco desesperada».
Los empresarios del sector de la limpieza no descartan que determinadas personas pueden creer que quedan estigmatizadas por desarrollar este tipo de trabajos. Sobre todo cuando están sobrecualificados, una situación que vive el 31 por ciento de los españoles con formación superior, lo que nos sitúa a la cabeza de Europa en este sentido. «Va con las personas. Yo lo veo en mi plantilla de trabajadores: a algunos no les importa limpiar, están contentos y no tienen ningún tipo de remilgos. Y a otros les parecerá humillante», dice Martín.
Santiago lo tiene claro: «Lo normal es que la gente baje un poco el listón... Tenemos mucha formación, pero hoy en día no la podemos desarrollar en ningún lado», sentencia.
La trabajadora
Lorena Trenado / universitaria
«Lo pasé mal limpiando portales»
Le quedan cinco asignaturas para acabar Psicología. «Y la voy a acabar», asegura Lorena, de 29 años. En 2005 se casó, tuvo dos hijos y se centró en su familia. «Sin embargo, mi marido se quedó en paro y el banco nos echó de casa», dice. Primero limpió portales: «Lo pasé mal. No sé si lo haría otra vez», dice. Ahora está contenta porque está fija de limpiadora en una empresa.
El empresario
Víctor Puñal / 27 años
«Cada vez recibimos más currículos»
Algunos licenciados trabajan de limpiadores. Y otros han hecho de la limpieza su negocio. Es el caso de Víctor, licenciado en Empresariales, cuya empresa, Actucons, se dedica también a la jardinería y construcción. «Nos llama la atención. Cada vez recibimos más CV de gente diplomada. Entre cuatro y seis al mes», comenta. Víctor no puede evitar tener la sensación de que «se desaprovecha el potencial de esas personas. Para ellos ha de ser duro».
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