Historia

Castilla y León

Mi abuelo el caballero de los montes torozos

Mi abuelo el caballero de los montes torozos
Mi abuelo el caballero de los montes torozoslarazon

Eran un hombre docto en Historia, de pluma hábil y elegante poesía; entre otras muchas cualidades imposibles de glosar en este espacio pero, antes que todo, era Abuelo de sus nietos y amigo de sus amigos, que doy fe de que no eran escasos.
Era admirable y quien lo conociera bien podrá afirmarlo, el sentido del deber de un hombre enamorado de una tierra, su Castilla Milenaria. De sus campos labriegos amarillos, bañados de amapolas, de sus Montes Torozos... Y de una ciudad, la del Pisuerga.

Porque desde La Mudarra hasta las Américas de Colón, se llevó sus versos y escritos de, «Lo Nuestro» como le gustaba decir; un Valladolid artístico y cultural y en parte, hoy, quizás gracias a su labor, más internacional.

Si su vida profesional la ensalzaban condecoraciones, distinciones, actos, medallas y placas entre otros muchos reconocimientos, hoy, se reconoce lo ya sabido por todos, su calidad humana.

Abuelo excepcional que siempre abanderó un lema: «¡Si los padres están para educar, los abuelos están para ‘malcriar!'» Y así entre la faceta de permisivo Abuelo cariñoso y la de recto hombre de valores, fue instruyendo a unos nietos que hoy solo podemos decir: ¡Gracias Godo, Te Queremos!.

Godofredo Garabito Gregorio humanizó este frio mundo, le dio color y calor. Y sabor, con esas comidas y meriendas en las tardes de verano en La Mudarra.

Decía Joubert que «Para vivir, basta un poco de vida. Pero para hacer algo de provecho se necesita algo más». Y Godo lo hizo con jovial holgura. Se fue como vivió, entre el cariño de los suyos y de una ciudad a la que dio mucho.

Ayer, entre el Ave María de Schubert y el calor de un Valladolid silente, se le rindió un homenaje más.

Sus pies pisaron ya tus umbrales Jerusalén. Y es que el hombre de las tres «G» se ha hecho eternidad.

Pero «No, / no serás ciprés de cementerio Godo. / Serás al lado de la fuente, / florido, lucido y creciente…»

Por todo ello y por mucho más se puede afirmar que Godofredo Garabito Gregorio, mi abuelo, fue y siempre será Grande, Generoso y Genial.