Jiménez: «España no tiene responsabilidad en el Sáhara»

Si la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, pensaba que el debate sobre el problema del Sáhara Occidental sería un paseo, se equivocaba. Ayer, Trinidad Jiménez recibió reproches de todas las bancadas del Senado.

Mientras, la titular de Exteriores exigió «prudencia» para hablar sobre los recientes sucesos ocurridos porque «no hay datos fehacientes» ni «confirmados» por ningún organismo internacional, dijo. Según esgrimió Jiménez, eso es lo que hace un Ejecutivo «responsable» y «serio». De hecho, alertó de que «cualquier pronunciamiento desde la superficialidad tiene consecuencias».

Pese a las reiteradas denuncias de los grupos de la oposición ante la pasividad del Ejecutivo en el conflicto entre Marruecos y el Sáhara, Jiménez subrayó que Naciones Unidas no considera a España «parte en conflicto» porque renunció unilateralmente a «toda responsabilidad internacional» sobre el Sáhara al abandonar su territorio en febrero de 1976. «España no es la potencia administradora y no tiene responsabilidad en el Sáhara», indicó tras destacar que «guste o no guste» Marruecos es el «administrador de facto» reconocido por la ONU.

Jiménez exigió «responsabilidad» al PP y aseguró que «cuando los hechos sean probados, actuaremos en consecuencia», pero lejos de reaccionar a partir de «opiniones, por muy respetables que sean», es necesario esperar «hasta contrastar los hechos». El ataque más directo fue el del senador del PP por Madrid, Juan Van Halen, que le espetó a Jiménez: «Le quedan grandes el poncho, la chilaba, y el Ministerio», tras preguntar a la ministra por el «ataque» del titular de Asuntos Exteriores marroquí a la prensa española. A Jiménez sólo le quedó coger aire y pedir más seriedad tras reiterar el apoyo del Gobierno a la prensa española ante las críticas y dificultades que impone Marruecos para informar sobre el conflicto.

La titular de Exteriores defendió el diálogo entre las partes como «único cauce» para encontrar una «solución política justa, duradera y mutuamente aceptable que prevea la libre determinación del Sáhara». El debate fue muy tenso y ninguno de sus argumentos convenció a los senadores.