Nueva York

Sólo seis por delante

Jaime Lissavetzky asegura que Nadal será «probablemente» el mejor deportista de la historia de España. El secretario de Estado para el deporte quizá se quedó corto. Rafa ya es el mejor deportista español, pero la Península se le queda pequeña

Rafa Nadal con el trofeo
Rafa Nadal con el trofeolarazon

Es el número uno del mundo en su deporte y desde hace tiempo puede mirar a la cara a las leyendas, a los clásicos que a todo el mundo le vienen a la cabeza. Su triunfo de ayer en Wimbledon supone el octavo «grande». Lendl, Connors o Agassi pusieron fin a su carrera con este número. McEnroe o Mats Wilander ni siquiera llegaron al ocho y se pararon un peldaño antes. «Estoy muy orgulloso de poder estar en un sitio al lado de estos grandísimos jugadores», reconoció. Pero Nadal sólo tiene 24 años y le quedan muchos por delante para seguir sumando. «Ni en mis mejores sueños me hubiera imaginado tener ocho "Grand Slams"con mi edad. Aunque no ganara más sería una grandísima carrera, mejor que la esperada. Pero no todo el tenis se debería analizar por los "Grand Slams". Hay más cosas. No se tiene que valorar si uno es mejor o peor sólo en función de los "grandes"», agregó el balear.Sólo seis tenistas tienen más «Grand Slams» que el español. El estadounidense Bill Tinden es el próximo, con diez; Rod Laver y Bjorn Borg tienen once; Roy Emerson, doce; Sampras, catorce; y Federer, dieciséis. El suizo es el único que sigue en activo, aunque está dando síntomas de empezar la cuesta abajo. Sin él, ningún jugador parece capaz de hacer frente a Nadal, porque Murray y Djokovic se han estancado y las lesiones no permiten a Del Potro tener continuidad. Rafa ha sabido evolucionar y pasó de ser un especialista en tierra a ser un «tenista total». «Lo que puede hacer en tierra es moverse muy bien. Juega con mucho ritmo, lo que hace que apenas cometa errores. Y además puede jugar más agresivo en pistas más rápidas, en hierba. Esto hace que sea muy peligroso. Ninguna estrategia puede contrarrestarlo», analizó su rival de ayer, Tomas Berdych.Los números lo dicen todo: el líder de la ATP ha llegado a la final de Wimbledon las cuatro últimas veces que ha participado (se perdió la edición del año pasado por lesión), y ha ganado las dos últimas: contra Federer en 2008, en el que es considerado como uno de los mejores partidos de la historia, y ayer. Desde 2007 no pierde en las pistas del All England Tennis Club. Cayó en la primera final en cuatro sets, en la segunda en cinco y se llevó las dos siguientes. Su porcentaje de victorias sobre pasto también está a la altura de los mejores: 83,3 por ciento.Su físico es su mayor virtud y también su principal preocupación, pero también está aprendiendo a domesticarlo, después de los meses de calvario sufridos el año pasado. Cuida con mimo y con tratamientos específicos sus rodillas y centra sus objetivos. La madurez se demuestra en renuncias como las de este año: no jugó el Godó, un torneo muy especial para él, y tampoco estará este fin de semana en los cuartos de final de la Copa Davis ante Francia.El próximo gran reto será dentro de dos meses: el Abierto de Estados Unidos. Es el único «Grand Slam» que se le resiste. Normalmente su final de temporada no suele ser bueno, porque llega machacado después de la tierra y la hierba. Este año puede ser diferente. Las semifinales son su límite en sus seis participaciones en «Flushing Meadows». Hasta esa ronda llegó el año pasado mermado físicamente. Si venciera en Nueva York se convertiría en el séptimo jugador que logra los cuatro títulos importantes del calendario. Un paso más de una leyenda en activo.