Sevilla

Isabel Preysler llega tarde a la boda del jefe

Castellón acogió el enlace del hijo del presidente de Porcelanosa con Cristina Babiloni

Preysler, a su llegada a la basílica, centró la atención de los castellonenses
Preysler, a su llegada a la basílica, centró la atención de los castellonenseslarazon

En Castellón saben que muy de vez en cuando se deja caer por allí Isabel. Por eso se arremolinan cada vez que desembarca la Preysler. Se avecinaba tormenta de «celebrities», pero sobre todo, vendaval de invitados con caché en la basílica del Lledó. Convocaba el presidente de Porcelanosa, Manuel Coloques. Su hijo Manuel contraía matrimonio con la psicóloga Cristina Babiloni. Los invitados al enlace llegaron con la puntualidad exigida –antes de las siete de la tarde–, caminaron por la alfombra roja acordonada y esperaron dentro del templo. Todos menos una persona. Faltaban quince minutos para la cita cuando el novio entraba en la iglesia del brazo de su madre. Puntualidad británica también para el secretario personal del príncipe de Gales, sir Michael Fawcett. Pero, ¿dónde está Isabel? Para calmar a la multitud, un aperitivo: el presidente del Congreso, José Bono, y su esposa, Ana Rodríguez. Ovación y despliegue policial de los que intimidan. Una señora grita: «¿Qué hacemos con el aborto?». Menos diez. Cristina Babilonia se apea del Rolls Royce descapotable para dejarse llevar al altar por su tío Raúl. Escote discreto, manga francesa, tiara y mantilla. El respetable aprueba el diseño, pero Isabel no llega. Las siete en punto. Suenan las campanas. Hay que empezar sin ella. Pasan las lecturas, la homilía y se acerca el «sí, quiero». Con 28 minutos de retraso, se presenta la Preysler sin agobios, enfundada en un vestido drapeado en gasa celeste a la rodilla de Tot-Hom, esto es, firmado por Marta Rota.

Boyer, directo al banqueteEmbobados por la llegada, se le perdona todo. Aun así, Isabel se excusa. Retraso del avión. Si tres minutos antes de su llegada se la cuestionaba, su paso sólo trajo miradas del tipo «qué mona va esta chica siempre» y los habituales chascarrillos sobre el grial de la eterna juventud que cata la esposa de Miguel Boyer, que aferrado a la demora del vuelo, fue directo al banquete. Bendición final. Vivan los novios. Doce palomas de colores al vuelo –el novio es colombaire– y pétalos de rosas blancas. Y la Preysler, a ejercer de madrina –de Porcelanosa– en la cartuja del Ara Christi de El Puig. A algunos les hubiese gustado ver a la embajadora de Castellón en el «cuore», esto es, María José Campanario. Pero no, a la esposa de Jesulín le tocaba reaparecer ayer en otra boda en Sevilla: se casó el dueño de la Ciudad de Vacaciones, Jesús Ger, con Sandra Rodrigues. No llegaron a los 300 invitados. Gana Porcelanosa. Más de 500.

Carlos Baute estrena noviaNo fue Isabel Preysler la única en retrasarse en la boda de la familia Porcelanosa. Carlos Baute también llegó tarde, pero menos. Además, en su caso se le perdonó todavía más. Y no sólo porque cantara para los novios «Colgando en tus manos». El venezolano se sirvió del enlace para presentar a su nueva novia, a la que se le presumen unos cuantos años menos que al artista. ¿Su identidad? Secreta, de momento, como la de la joven que aparece desnuda junto a él en una imagen de alto contenido erótico que se dejó ver durante unos minutos en el Twitter del cantante.