Crisis económica
Huelga el comentario
Manolo Pastrana, máximo responsable regional de la UGT, aprovechó el jueves pasado una entrevista en «Andalucía Capital» de Onda Cero para inteligentemente desmarcarse del controvertido vídeo encargado por su jefe Méndez al Chikilicuatre. Y aunque invocó razones estéticas, Pastrana sabe en el fondo que la provocación que la cinta encierra contra el Partido Popular –tal vez necesaria para movilizar a la progresía radical– es, sin embargo, sumamente peligrosa por lo que supone de politización añadida de la convocatoria de huelga. Además, no puede ser cierto que un partido con diez millones de sufragios no cuente entre sus votantes y simpatizantes con asalariados que, equivocada o acertadamente, puedan comulgar total o parcialmente con los planteamientos del paro. Ahora bien, por esta misma razón, Rajoy habrá de ejercer en este septiembre su más contrastada virtud, el perfilismo, para no herir las susceptibilidades ni de los que estén a favor ni de los que se posicionen en contra del envite sindical. De lo contrario, corre el PP serio riesgo de ser percibido como un partido de clase –en este caso de clase empresarial– dando entonces sentido al sinsentido del video chiquilicuatrero. Obviamente, el bagaje de Javier Arenas como ex ministro de Trabajo puede resultar impagable debiendo sus compañeros poner más prudencia de la habitual cuando algún reportero les acerque el micrófono. Que no se equivoquen los populares si creen que la huelga general no va con ellos porque formalmente vaya contra el Gobierno. La dimensión laboral, como la religiosa o la cultural, es casi siempre transideológica al igual que la enorme preocupación que la sociedad española siente ante el deterioro de la situación económica. Y si la ciencia política dice que sólo los partidos de izquierda pueden acometer determinadas reformas, sólo los partidos de centroderecha son los que no se pueden permitir confrontar de manera tosca con los agentes sociales. Menos aún, claro, estando en la oposición.
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