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Los hijos de Taseer: «Mi padre nos educó para que no tuviéramos miedo»

Los hijos de Salman Taseer, el gobernador de Punjab asesinado, cuentan su lucha para cambiar Pakistán

Shahbaz, Shehryar, Sarah, Shaan y Sanam, los hijos del asesinado gobernador de Punjab ases
Shahbaz, Shehryar, Sarah, Shaan y Sanam, los hijos del asesinado gobernador de Punjab aseslarazon

«Mi padre nos enseñó a no tener miedo», asiente Sarah, de 21 años, la hija menor del también asesinado gobernador de Punjab, Salman Taseer. «Nunca tomó en serio las amenazas. Se burlaba de los fanáticos. Siempre decía que para vivir no hay que temer a la muerte». Sarah es la tercera de los tres hijos que tuvo Taseer con su segunda esposa, Amna, de 49 años. En su primer matrimonio tuvo otros tres hijos, y reconoció a un séptimo que concibió con una periodista india, Tavleen Singh, cuyo nombre es Aatish.

«Todo el mundo quería a mi padre porque amaba Pakistán y creía en el cambio», explica la joven. Sorprende la fuerza y determinación que muestra la familia para encajar el duro golpe de su pérdida. «Fue un hombre muy valiente. Tanto si estabas de acuerdo como si no, mi esposo siempre decía lo que pensaba», agrega Amna, su viuda.

Taseer fue conocido por su lenguaje directo e incisivo, capaz de demoler al más duro contrincante. Toda su vida la dedicó a «luchar contra las injusticias, contra los abusos a los indefensos», detalla Sarah, antes de ensalzar su papel activo en los asuntos de las mujeres y minorías religiosas.

El gobernador de Punjab fue el primero en acudir, sin escolta, a Gujrat cuando una turba de islamistas incendió 40 viviendas de cristianos como represalia, en julio de 2009. También fue el primer político en condenar la matanza sectaria por el doble atentado suicida contra dos templos de la secta Ahmadi en Lahore, en mayo de 2010. Taseer murió por defender la inocencia de Asia Bibi, pero a lo largo de su vida «ha habido miles de Asias Bibis», sostiene su hija, tras explicar que a la cristiana condenada a muerte «se le rompió el corazón» al conocer la noticia. «Mi padre la ayudó a redactar la carta de clemencia al presidente Zardari porque ella no sabe escribir», señala Sarah. «Él siempre me decía que el mayor problema de Pakistán es la falta de educación. La gente iletrada es la mejor arma de los fanáticos. Para acabar con el islamismo radical debemos educar a nuestra gente.

Sarah es una mujer de negocios que, como su padre, tiene una visión pragmática de la vida: ha construido varios centros educativos en zonas marginales de Lahore para ofrecer enseñanza gratuita. «Mi padre me enseñó a tomar acción», afirma orgullosa. «A todos sus hijos nos infundió su espíritu liberal y su mentalidad secular», comenta Shahbaz, el primogénito. «Nos trató a todos por igual. Siempre quería estar cerca de sus hijos. Aunque fuéramos de madres diferentes, mi padre nos llevaba de vacaciones a los seis juntos», expone el hijo.

 

Militante del PPP
«Tenía un gran sentido del humor y hacía bromas de todo», recuerda Shahbaz en referencia a una anécdota de cuando militaba en el Partido Popular de Pakistán (PPP) bajo la dictadura del general Zia Ul Haq. Shahbaz sorprendió una vez a su padre de cuclillas en el váter y, al preguntarle qué hacía, éste respondió que estaba ensayando para la próxima vez que le encerraran en prisión porque «en la celda sólo hay una letrina en el suelo y estoy harto de ensuciarme».

Taseer militó en el PPP desde que era estudiante universitario. La primera vez que estuvo en la cárcel fue a los 22 años, dos semanas después de casarse con Amna. «Para asustarla, la Policía le notificó a su esposa que Taseer había sido fusilado por opositores al régimen», explica su hijo.

Por su lealtad al PPP, Zardari le otorgó la gobernación de la provincia de Punjab. Desde que asumió el cargo el 15 de mayo de 2008, Taseer convirtió el Palacio de Gobierno en una propiedad pública para los ciudadanos y rechazó vivir en él, manteniendo como residencia oficial su vivienda particular en el distrito militar de Gulberg en Lahore. Aisha, la cuñada de Taseer, cuenta que poco después de su asesinato se encontró en el mercado con un hombre que, llorando, le dijo: «Nunca lo conocí, pero estoy muy triste porque hemos perdido a alguien que daba esperanza al país».