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El palco de los Hermanos Marx por Julián REDONDO

La Razón
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Suráfrica está a nueve mil kilómetros de España, distancia considerable que en los partidos contra Honduras y Chile se hizo todavía más larga; o peor, imposible. La derrota ante Suiza enfrió el ánimo de las personalidades, que temían lo peor y pensaron que para este viaje no hacían falta alforjas. Lo aplazaron «sine die», vigilantes, eso sí, por si escampaba. Con el horizonte despejado, limpio de polvo y paja, de obstáculos tan incómodos como poco atractivos, vuelven a la carga. Las peticiones del oyente superan, en general, la de países más moderados. Los españoles no tenemos medida, o todo o nada, y para la semifinal contra los alemanes Angela Merkel va a tener que pedir protección a la Luftwaffe si quiere entrar en el palco con su séquito. La presencia de la Reina Sofía era previsible, se ha confirmado, y en la final se espera al Rey. Jaime Lissa- vetzky está aquí desde Chile; ahora, el alud: autoridades y acompañantes de autoridades, no autoridades y acompañantes... O sea, el palco de los Hermanos Marx.

AFICIONES AMIGASAyer todos estaban contentos. Los aficionados uruguayos y holandeses compartían felicidad por estar en semifinales, y se daban la mano y se abrazaban. Pero la alegría no es eterna: hoy a unos les tocará reír y a otros llorar.