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La Razón
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Ahí lo oigo ya subiendo a zancadas la escalerilla del desván, mi sobrino el Serio, que no sé de dónde lo sacaría así la reidora de mi hermana, que seguro que viene a soltarme alguna andanada como si tuviera yo la culpa y a alborotarme este rinconcito que me había yo amañado para meditar, o sea, jugar a solitarios, y que ya a su edad (17 creo) podía ir templando un poco la mollera. Bueno, pues aquí lo tie- nen, despelufao, sonrojao. Escuchen a ver qué se trae hoy: -¡Ostias, tío! -¿Qué pasa, trueno? ¿No estabas tan pancho en el sofá oyendo tu partido por la radio? -¡Ahá!, pues ya ves, tío: es que ni eso puedo. -¡Hombre, Tuco!, ¿y quién te lo quita? –Me lo quita que... ¿tú sabes cómo trasmiten los partidos? - ¿Cómo? -Pues que, en vez de ir diciendo seguido y a su paso lo que va pasando entre los pies y el césped y la pelota, a cada dos por tres el grupito de locutores se pone a comentar noticias de equipos, jugadores, traspasos, lesiones, sanciones, estadísticas y chuminadas, hasta que les da por dejarte oír una jugada brillante y volver a las comidillas, discusión de opiniones y hasta votación entre ellos -No me suena mucho a lo que recuerdo de muchacho, que había locutores que se lanzaban a narrar el partido punto a punto y seguido con tal viveza y articulación que era como si lo estuvieras viendo. Claro que entonces no había televisión, Y, por cierto: si lo que tú quieres es seguir el juego a su marcha y con sus altibajos... -Pues claro: a mí me molaba el juego (el juego, ¿entiendes?), a su ritmo, según los pies se lo iban inventando, sin importarme un pito de clubes, entrenadores ni precio de jugadores, que ni de nombre los conozco: como te dejan, mal que bien, ver y oír otras cosas: ¿acaso un concierto serio o una película mismo te las entremeten así con noticias, juicios y opiniones? -Pues lo que te digo: ¿por qué no acudes a la tele? En esta casa no se te puede ofrecer semejante trasto, pero, si vas a cualquier sitio... -¡Que no, que tampoco ahí! -¿Tampoco? Ya veo que es un problema serio el que me traes con tu amor al juego y tu odio de la información. Lo que pasa es que ahora me estás interrumpiendo en otro juego que me traía aquí en el desván. Mira: como no hay prisa, ¿qué te parece si, cuando vuelvas el otro martes, me buscas y seguimos tratando el caso más despacio? ¿Hace? -Aquí como un clavo.