Ceuta
Sáhara atascado
El coronel Capaz, pionero de nuestra aviación, exploró aquellas tierras semipobladas por nómadas sin Estado y bautizó sarcásticamente el sur como Río de Oro al no encontrar otra cosa que dunas y alacranes, pero allí, en Villa Cisneros, se construyó el único puerto de aguas profundas del Sáhara occidental. Capaz debería estar en la memoria histórica ya que fue asesinado en el Madrid de Corte a Cheka.
Estuve un tiempo en la provincia (el último paripé de Franco fue repartir DNI y designar procuradores en Cortes a notables con «Derrah» y turbante) y en Tah, en el norte, en la ciudad santa de Smara. En El Aaiún, o en la frontera mauritana, sólo conté marroquíes con los dedos de las manos, e integrados en el pueblo saharaui, a menos que las incontables cabras fueran súbditas del Comendador de los Creyentes.
En tregua indefinida, el Sáhara se encuentra en un atasco crónico. Las Naciones Unidas roncan sobre sus propias resoluciones. La influencia francesa apoya a Marruecos. EE UU mantiene bases y estima que la dinastía alauí frena un islamismo radical como el que azotó Argelia. España, cogida por las gónadas de Ceuta y Melilla, es un convidado de piedra, por más que en Tinduf se enseñe el español como segunda lengua.
Los saharauis son un pueblo pacífico pero bravo. El peligro reside en que si el Gobierno de Rabat continúa apretando en la ciudad de El Aaiún (con armamento español) el Frente Polisario rompa el alto el fuego.
No podrán vencer, pero las Fuerzas Armadas marroquíes no tienen capacidad ni para asegurar los yacimientos de fosfatos de Bu Cráa.
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