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China se prepara para evitar un «aterrizaje brusco» de su economía
El milagro económico chino se desinfla y el Gobierno prepara el cambio de modelo
El primer ministro chino, Wen Jiabao, ha dicho que su economía crecerá en torno a un 7,5 por ciento este año, frente al 9,2 por ciento del año pasado. La previsión, envidiable para el resto del mundo, es motivo de preocupación en China, ya que viene a reforzar la idea que muchos economistas llevan meses anunciando: que el gigante asiático afronta el final de un ciclo, que estaría diciendo adiós a la fase más eufórica de ese "milagro económico"que ha asombrado al mundo durante tres décadas.
La mayoría de los analistas pronostican que el gigante asiático va a sufrir lo que se denomina un "aterrizaje suave". El Banco Mundial, en un informe de 500 páginas presentado la semana pasada en Pekín, aventuró que el ritmo de crecimiento disminuirá hasta 2030, despacio pero sin pausa. Su presidente, Robert Zoellick, advirtió que "el modelo de China es insostenible (…) y las reformas son imperiosas porque se ha llegado a un punto de inflexión en el camino del desarrollo".
La previsión del 7,5% fue pronunciada durante la apertura de la Asamblea Nacional Popular (ANP), una reunión anual en la que se juntan los cerca de 3000 diputados chinos (en esta edición son 2924) y que está considerada el evento político más importante del año. Lo que discuten precisamente los miembros de esta especie de Parlamento es el rumbo que deberá emprender el país para cambiar el modelo de desarrollo y evitar que ese "aterrizaje suave"se transforme en uno mucho más brusco, que sacuda el avión. O, peor, en un accidente con siniestro total. Y existe un cierto consenso (dentro y fuera de China) acerca de la receta para evitar el descalabro: incentivar la demanda interna para depender cada vez menos de las exportaciones y la inversión, mejorando de paso la vida de la gente, potenciando el sector privado y reduciendo las desigualdades.
"Si todo se hace bien seguiremos creciendo, aunque sea cada vez menos. Pero si se produce una caída brusca eso podría provocar inestabilidad y el Gobierno está tomando medidas para evitarlo", resume a LA RAZÓN Zhang Bin, economista de la Academia China de Ciencias Sociales. Esta "inestabilidad"de la que hablan los analistas chinos es un eufemismo con el que referirse a lo que más teme el régimen: estallidos sociales que frenen la locomotora económica y, lo que es aún más preocupante, sacudan las bases del poder.
Sucede que las últimas tres décadas de crecimiento acelerado han generado enormes brechas, desastres medioambientales y un sistema cuya robustez parece asegurada sólo mientras se mantenga el crecimiento. Un resabio que los expertos llevan años repitiendo indica que, creciendo por debajo del 8 anual, el modelo corre el riesgo de saltar en añicos. "El mayor problema son las diferencias sociales, cada vez mayores. No sólo entre pobres y ricos, sino también entre asalariados y propietarios, campesinos y urbanitas, entre el Gobierno y el pueblo…
Ni siquiera existe un canal para afrontar estas tensiones y quienes más sufren no encuentran a quien acudir, cómo defenderse", comenta a LA RAZÓN Li Wei, investigador social de la Academia China de Ciencias Sociales.
Aunque existen discrepancias en los matices, tanto el Banco Mundial como el propio Wen señalan que el "cambio de modelo"no sólo debe ser económico, sino también político, haciendo participar más a la población y transfiriéndoles riqueza, en detrimento del Estado, sus funcionarios y sus mega-proyectos de potencia en ciernes. Ocurre que Wen ha tenido una influencia menor en el actual Gobierno y además está de salida. La renovación de la cúpula del Partido, que tendrá lugar entre este otoño y la primavera de 2013, es lo que definirá el rumbo de la segunda economía del mundo. Y estas sesiones "parlamentarias"que tendrán lugar en el Gran Salón del Pueblo durante los próximos días servirán a sus candidatos para terminar de posicionarse.
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