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Hablar por hablar
El verano no auguraba nada bueno. Estábamos condenados a hablar sólo de Rubalcaba como candidato, a recibir penosas noticias sobre esa crisis económica que siempre va a peor, y a debatir hasta la saciedad sobre las tribulaciones de Neri y Bautista en su interpretación de la SGAE. El verano no es bueno en términos informativos. Provoca apatía. Las noticias son un bien escaso. Imponen su dictadura dando vueltas y vueltas sobre lo mismo hasta dejar en mantillas al más cansino.
Esta semana nos ha salvado de la atonía. El robo del «Códice Calixtino» nos situó en una compleja trama de Gordon Brown. Ahora, todavía no entendemos nada y nos sorprende todo. No sabemos siquiera quién es el malo. Ni el bueno. Luego, las cosas encajan, pero ahora estamos en el apogeo del galimatías.
Murdoch, el magnate todopoderoso, cerró su «News of the World» por el escándalo de escuchas ilegales a niños secuestrados y militares. Eso, de momento. El escándalo ha entrado de lleno en casa del primer ministro. El ex asesor de comunicación de Cameron fue director del diario durante 5 años. Ahora está detenido. O sea, intriga de la buena.
En Extremadura, cambio histórico y análisis psicológico de la situación con aportaciones para hacer todo un Tratado. Todos vaticinan cuál es la estrategia más adecuada en los actores de la trama. Todos encuentran pros y contras para justificar la abstención de los díscolos discípulos del aspirante a líder, Cayo Lara; para augurar grandes obras al nuevo presidente Monago, o no; y para descifrar el futuro del ex presidente Fernández Vara, o no. Las elecciones generales tendrán la palabra y los ciudadanos dilucidarán el dilema. Mientras, sólo hablar por hablar.
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