Nueva York
«Coitocentrismo» por Marina CASTAÑO
Nos llamaba la atención en los tiempos del presidente Clinton que no considerara relaciones sexuales las que había mantenido con Monica Lewinski porque no se había producido coito, "subestimando"las prácticas realizadas tales como sexo oral o manual, y, por tanto, no considerándolas acciones completas o satisfactorias en sí mismas. Ese fue el argumento que esgrimió en su defensa y así fue considerado por el resto de los norteamericanos… o, al menos, así lo fingieron. Con todo el respeto y hasta el afecto que siento por aquella parte del planeta, donde tuve la suerte de vivir, aunque no de forma prolongada, en aquel Nueva York que todavía añoro y donde me emociona volver, aquella ciudad con letras grandes que tantos días felices me proporcionó, que tanta libertad me regaló y que marcó una época esencial en mi vida, en aquel bendito país, decía, la actitud hipócrita, que no hay que confundir con el cinismo británico, que bien conozco también, permite estos juegos de palabras confusos para salvaguardar la mentalidad rijosa que lo caracteriza. Pero también es cierto que hay gente que tiene muy interiorizada la forma de entender la sexualidad, sobreviniendo de esta forma una serie de disfunciones ocasionadas por su «coitocentrismo». La «genitalidad», quiero decir, «el uso imprescindible de los genitales en el sexo, entendiendo éste incompleto si no han intervenido estos órganos», es perniciosa para una vida sexual sana, y su sobrevaloración conduce a un grave error y a una serie de desavenencias que pueden surgir en la pareja a causa de ella. La amplitud de mente y las fantasías no la contemplan. Ni tampoco al «coitocentrismo».
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