Francia
Entre gitanos y burkas
Nicolas Sarkozy es un político muy listo y es una maquinaria electoral siempre en marcha. Mientras sus colegas europeos han dedicado el verano a intentar sacar a sus ciudadanos de las pésimas circunstancias que la crisis económica y financiera les ha dejado en los últimos meses, el presidente francés se ha dedicado a ganar votos a izquierda y derecha con el asunto clave de la desbocada inmigración. Además, y con la ayuda del Senado, ha cerrado otro asunto que venía coleando desde hace meses como era el de la utilización del burka en público.
Francia siempre ha sido un lugar de asilo para los exiliados de otros países pero, con más de cuatro millones de inmigrantes en su suelo, especialmente de aquellos que han llegado después de la ampliación de la UE, el país se estaba convirtiendo en un hervidero de problemas.
La expulsión de gitanos es una falacia y está pactada con Rumanía, el país de origen. Pero, para el elector francés, es un granero de votos para Sarkozy que ha dejado callados a los «lepenistas» y a la oposición de izquierdas. El jueves pasado el Parlamento Europeo repudió la repatriación de gitanos rumanos y búlgaros decretada por el Gobierno de Sarkozy en una resolución simbólica con valor político, pero no jurídico. Esta semana el ejecutivo comunitario no ha tenido más remedio que actuar y por eso quiere abrir un expediente por violación del principio de libertad de circulación.
El problema del velo integral en público ha sido tratado en Francia con mayor dureza que en otros países europeos que también lo han prohibido, al incluir multas para la mujer y condenas de cárcel para el hombre que las obligue a salir cubiertas a la calle. Pero Sarkozy seguramente también sacará una rentabilidad electoral del asunto.
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