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Merkel y Sarkozy vuelven a prestar atención al crecimiento
Tras la fase de austeridad, reintroducen el avance económico entre sus prioridades. Esperan tener el nuevo pacto fiscal en marzo
El primer encuentro del motor francoalemán de la UE en el año en el que los europeos coquetearán con la depresión dejó más una puesta en escena que contenido. La canciller alemana, Angela Merkel, recibió en Berlín al presidente francés, Nicolas Sarkozy, para ver el estado de juego de los múltiples frentes abiertos contra la crisis y preparar la cumbre europea del 30 de enero. La reunión sirvió para escenificar la aparente sintonía de París y Berlín. Merkel aseguró que las negociaciones del pacto fiscal europeo estarán culminadas en unas semanas y espera que los acuerdos bilaterales se firmen, como muy tarde, el 1 de marzo.
Sin embargo, la buena sintonía franco-germana tiene numerosos pliegues y matices, sobre todo ante la disparada hiperactividad de un Sarkozy que ya piensa y actúa con la mirada fija en las elecciones de primavera.
Apoyo personal
Si Sarkozy esperaba llevarse de Berlín un apoyo decidido de Merkel a la tasa a las transacciones financieras –la «tasa Tobin»– sólo con los países del euro si es necesario dada la oposición de Reino Unido y la resistencia de otros socios fuera del euro, lo más que consiguió es que «personalmente» la dirigente cristianodemócrata se pueda «imaginar una tasa a nivel de la zona euro», pero precisó que esta opción no es apoyada por todo su Gobierno. Eso sí, volvieron a coincidir en que el «objetivo» es que Grecia siga en el euro, dados los problemas para sanear su economía, para la que incluso la condonación del 50% de su deuda parece ahora insuficiente.
El Gobierno francés vuelve a empujar por colocar este impuesto arriba en la agenda de los líderes europeos, tras un primer recibimiento más frío del esperado en el encuentro de los ministros de Finanzas de la UE en noviembre. Sarkozy quiere ganar puntos con un asunto popular para amortiguar la pérdida de la máxima nota de su economía, que la mayoría de los analistas ya dan por descontado. Sin embargo, la gran prioridad en Europa es el crecimiento y el empleo, ahora que la recaída en la recesión ya ha llegado a gran parte del suelo europeo. Aquí también el dúo «Merkozy» mostró algunas fisuras, ya que si para el francés «la prioridad» es el fomento del empleo, como lo es también en España, Italia o en las instituciones europeas, la alemana lo considera un «segundo pilar», dados los históricos mínimos de desempleo en su país, mientras no se separa ni una nota de la principal partitura que lleva tocando desde el principio de la crisis: disciplina fiscal y austeridad presupuestaria.
Pero el partido ha entrado en un segundo tiempo. Tras seguir la sinfonía germana durante el último año y medio a pies juntillas, ahora los Veintisiete han incluido en su libreto de prioridades la vuelta a un crecimiento robusto que genere empleo. El presidente del Consejo Europeo y arquitecto de los acuerdos europeos, Herman Van Rompuy, propuso ayer un plan de ataque de tres puntos, que empapará las propuestas que llevará a la próxima cumbre europea del día 30.
El primero, evitar «en la medida de lo posible» que los recortes presupuestarios afecten al crecimiento, manteniendo las inversiones orientadas al crecimiento como en I+D. Segundo, reforzar la oferta y la demanda aprovechando todo el potencial de Mercado Interior. Tercero, para luchar en concreto contra el paro juvenil, sugiere que las contrataciones «deberían ser más fáciles y atractivas» a través de «legislación laboral más flexible, reformas estructurales o instrumentos fiscales».
El giro radical del presidente francés
El mismo argumento que ahora emplea David Cameron –y que tantas críticas le ha valido– para rechazar la «tasa Tobin» sirvió también a Nicolas Sarkozy para oponerse a la medida hace trece años. El presidente francés, acérrimo defensor ahora de este freno a la especulación, dijo entonces en un debate con el socialista François Hollande –en la imagen– que la «tasa Tobin» era «un absurdo. ¿Por qué? Porque nosotros la aplicaremos y ningún otro país lo hará», dijo. «¿Es que no entiende que a fuerza de acumular como si fuera una catedral impuestos y tasas tendremos el resultado inverso al que busca? Despierte, señor Hue, el mundo ha cambiado», le espetó a Robert Hue, secretario general del PC, también presente en el debate.
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