Finanzas
De digos y Diegos por Carlos Rodríguez Braun
De los políticos sólo cabe esperar bochornos más o menos costosos. Impar es, sin duda, la caradura de los socialistas: Alfred l'Écoutant rechazó solemnemente que se ayude a la banca mientras se acometen recortes sociales, es decir, exactamente lo mismo que hizo Smiley cuando él era vicepresidente del Gobierno; el famoso Smiley que escribe ahora libros de economía y que juró que nadie en el planeta tenía una banca tan estupenda como la nuestra. Otro tanto cabe decir de Barbie, que prometió que jamás se destinaría dinero público a los rescates bancarios. Y ya hemos visto lo que vale su palabra.
Entonces, ¿la desesperación es la única salida lógica? No, quedan otras dos: la crítica y la esperanza. La crítica podría asentarse sobre la base de reconocer que no hay realmente problemas de mercado en la banca sino problemas de intervención, a menudo justificados con el argumento de que la solución es sólo esa intervención. A ver: si lo fuera, y si Bankia necesita tantos miles de millones, ¿es que el Banco de España no se dio cuenta hasta hoy? Mientras nos enteramos de qué se hará exactamente para sanear Bankia, es decir, mientras esperamos asustados que vengan los «CoCos», o alguien parecido a ellos pero también dependiente de gobernantes y reguladores, cabe una doble esperanza. En primer lugar, que los años que han pasado hayan producido ya la reestructuración de la economía privada, la única que realmente ha pagado el durísimo coste de la crisis, y que estemos por tanto en condiciones de volver a crecer. En segundo lugar, que hayamos aprendido la lección de que en la banca y las finanzas el Estado, los políticos y las burocracias son tan ineficientes y onerosos como en todas las demás actividades que manejan, controlan y vigilan.
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