Palma de Mallorca

Día del consumidor: Un perro demasiado gordo y unos mejillones con escarabajos

Una queja porque su perro engordó más de la cuenta, una reclamación porque encontró un escarabajo en un plato de mejillones y otra porque una peluquera le dejó el pelo anaranjado, son algunas de las 26.192 reclamaciones que la Junta Arbitral de Consumo de Barcelona ha resuelto en los últimos 4 años.

La presidenta de esta junta arbitral, Pilar Riera, que hoy ha presentado la memoria de actividades de 2007 a 2010, ha explicado que crecen las peticiones de arbitraje, "aunque no de manera considerable". Lo cierto es que hasta la junta arbitral, además de las típicas reclamaciones por servicios defectuosos en tintorerías o en talleres mecánicos, llegan también casos por los motivos más inverosímiles, algunos dignos de un buen guión tragicómico, y otros que rozan la picaresca.

Entre los casos más curiosos se encuentran, por ejemplo, el de un consumidor que "compró un perro Yorkshire con la condición de que cuando fuera adulto no pesara más de un kilo y así se lo aseguraron", según consta en la memoria. Pero el perro creció y a los diez meses ya pesaba 1,7 kilos. Lo devolvió a la tienda de animales y acudió a la junta arbitral para reclamar una compensación, pero le desestimaron su demanda porque el peso del Yorkshire "está dentro de los estándares de la raza". Ahora el perro ya pesa dos kilos.

Otra persona pidió el arbitraje porque "compró un gato y al cabo de días le salieron unas manchas en la cara, que el veterinario diagnosticó como hongos contagiados por otro animal". Devolvió el gato al establecimiento donde lo compró y allí lo curaron, pero le tuvieron que compensar con 350 euros gracias al laudo dictado por la Junta Arbitral.

Entre las frecuentes reclamaciones contra establecimientos de restauración, destaca la de un comensal que encontró un escarabajo en el plato de mejillones al vapor. Evidentemente, el restaurador le pidió disculpas y, tras el arbitraje, le abonó los 111 euros que le había costado la nada barata comida.

Otro, en otro establecimiento, se encontró un vidrio en la ensalada que le provocó un pequeño corte en la boca. El laudo de la junta logró que le compensaran con 50 euros de indemnización, además de los seis que había pagado por la ensalada.

En otro caso, una señora reclamó porque le rompieron una puerta del piso al entregarle la lavadora, "a pesar de haberles avisado que su piso era pequeño y que habían tomado las medidas". Los operarios reconocieron que al sacar la lavadora vieja se les rompió la puerta, que era "de conglomerado y muy vieja". Gracias a la junta, acordaron reparar la puerta, pero no poner una nueva.

Otro consumidor compró un televisor y en la pantalla le salieron manchas. Al parecer, no era ningún sarampión sino un problema de magnetización del tubo. El laudo estimó la reclamación y le cambiaron el televisor. Entre los que rozan la picaresca está el caso de un joven que compró un MP-3 y se le rompió la pantalla. Alegó que era "demasiado frágil". La junta le desestimó la demanda.

Entre las frecuentes reclamaciones contra establecimientos de estética y belleza está el de una señora que se sometió a una sesión de fotodepilación que, según ella, le quemó la piel. Le diagnosticaron una despigmentación, el laudo fue estimado y fue compensada con 480 euros.

Otra señora reclamó porque le hicieron "un alisado japonés por el que pagó 600 euros que le estropeó y debilitó el cabello". Pidió que le devolvieran el dinero, pero su reclamación fue desestimada porque se comprobó que no había seguido las indicaciones de la peluquera.

Otra fue a cortarse el pelo y a hacerse unas mechas, pero "el producto que le aplicaron le produjo una reacción por la que el pelo le quedó de color naranja claro". Tras el laudo de la Junta Arbitral de Consumo la peluquería le ofreció hacerle un baño de color gratuito y un tratamiento hidratante.

Un reclamante "envió por correo un paquete con dos vestidos de bautizo a Palma de Mallorca que no llegaron a su destino". Le ofrecieron 30 euros de compensación, cuando el coste total de los vestidos era de 700, pero le tuvieron que desestimar su reclamación porque, "al haber mandado los vestidos como carta certificada, la indemnización por pérdida es la fijada por las tarifas vigentes".

La pena es que compañías eléctricas, aseguradoras y bancos y cajas no aceptan el arbitraje de la Junta, si no, probablemente la lista de casos curiosos crecería.