Barcelona
Una huelga irresponsable
En plena época estival, la Unión Sindical de Controladores Aéreos (Usca) anunció ayer que convocará el próximo martes a su asamblea para «debatir y votar» una convocatoria de huelga que pondría en jaque a los aeropuertos españoles. Los controladores se sienten maltratados por el Ministerio de Fomento; es más, califican de «provocación» por parte del Gobierno el Real Decreto que fue aprobado el viernes y en el que se establecen las jornadas y descanso de los miembros de este colectivo. El desencuentro entre los controladores aéreos y el Ejecutivo viene de lejos, concretamente desde el decreto del mes de febrero, en el que se incluía un significativo recorte de sus ingresos, además de aumentar su jornada ordinaria de trabajo. Desde entonces, la tensión ha ido aumentando. Sólo cabe recordar los últimos episodios en los que el repentino incremento de bajas médicas del colectivo provocó múltiples incidencias principalmente en el aeropuerto de El Prat en Barcelona. Entonces se les acusó de estar ejerciendo una huelga encubierta, algo que tomó cuerpo cuando se supo que al 66,34 por ciento de los controladores que se ausentaban del trabajo por estar de baja médica se les dio de alta tras pasar una revisión. Esta concatenación de hechos puede cristalizar finalmente en una huelga. No se trata de estigmatizar a este colectivo de trabajadores, que tiene derecho a defender las reivindicaciones que estime oportunas. Sin embargo, sería deseable que actuasen con más prudencia, sensatez y responsabilidad. No es casual que amenacen con una huelga en pleno período de vacaciones, cuando el tráfico aéreo es más intenso, lo que les hace tener una posición de fuerza frente al Ejecutivo. Sin embargo, éste no se va a quedar quieto. Según ha podido saber LA RAZÓN, el Ministerio de Fomento y el de Defensa están ultimando un convenio, que verá la luz en los próximos días, para regular el despliegue de controladores aéreos militares en las distintas torres de control de los aeropuertos civiles españoles. Si se aplicase este convenio, el sindicato de controladores aéreos se quedaría en una posición de debilidad que no sería conveniente para este colectivo. Por eso sus responsables deberían actuar con más templanza y altura de miras, por el bien propio y el ajeno. En el caso de que se concretase esta huelga, sus resultados serían perniciosos para todos. En primer lugar, para los miles de pasajeros que pueden sufrir retrasos o quedarse en tierra en vacaciones. Pero también sería perjudicial para nuestro país en esta época de crisis, ya que afectaría a uno de los sectores más dinámicos de nuestra economía, como es el sector turístico. No parece que sea lo mejor frenar el crecimiento económico en estos momentos. Lo más sensato para todos es que la Unión Sindical de Controladores Aéreos y AENA retomen el diálogo e impulsen desde la racionalidad las negociaciones del convenio colectivo en vez de estar echándose pulsos ante la mirada atónita, cuando no indignada, de miles de ciudadanos, que una vez más se sienten rehenes de una estrategia sindical de la que son las primeras víctimas.
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