Cataluña

Lo que ocurre cuando su afición es sentimiento

Para el deporte siempre hay tiempo, pese a los reclamos de votos. Rivera siguió ayer en Mataró la última carrera del Mundial de Fórmula 1

Albert Rivera, en Mataró, mientras seguía la carrera de Fórmula Uno
Albert Rivera, en Mataró, mientras seguía la carrera de Fórmula Unolarazon

Pese a que estos días se dedican en su totalidad a pedir el voto a diestro y siniestro, también hay momentos para las debilidades de los candidatos. La de Albert Rivera es la Fórmula 1. Por eso, ayer hizo en Mataró un alto en su camino para ver lo que parecía ser una victoria segura de Fernando Alonso, aunque la cosa no pasó de ser un esperanzado proyecto automovilístico.
El punto de encuentro era el Centre Mataroní, un entrañable establecimiento especializado en bocadillos y por el que parece que se pasean personajes de Narcís Oller. Sin embargo, a este local ya ha llegado el siglo XXI como demostró la concurrencia de Ciutadans que se dió cita para ver a Alonso. Cuando todos ya estaban sentados y en las mesas ya había pincho de tortilla de patatas, chorizo, patatas fritas y unas aceitosas croquetas, apareció el candidato vestido con camiseta roja en la que se podía leer el nombre del piloto asturiano y el nombre de su escudería. Sonriendo y en broma, para las cámaras Rivera posó haciendo el símbolo de tres –por lo del posible tricampeonato– o con el pulgar para arriba para decirnos que todo va bien. Sorprendentemente se olvida de hacer la «V» de victoria... o de venganza.
Y empieza la carrera. Rivera se sienta junto a su chica y es casi el único que presta atención a la pantalla. Coca Cola Light en mano y con el pie apretando el suelo como si se tratara del acelerador, deja esporádicamente el televisor para leer correos desde el móvil. El resto de los parroquianos parecían más centrados en una ojeada rápida y comentar cómo estaba yendo lo poco que llevan de campaña.
La competición se alarga. Uno de los integrantes del partido me habla de que esto está siendo duro. «Albert, lleva veinte días durmiendo cuatro o cinco horas», me suelta. Yo le digo que también lo es para la Prensa, recibiendo como contrarréplica que «sí, es verdad, pero más para los candidatos». La lógica de su argumento me obliga a continuar viendo lo que ya es derrota de Alonso. Rivera se levanta y comenta que «si hubiera un milagro ganaría, pero no parece que vaya a ocurrir». La dueña del local se acerca al local y le pide hacerse una foto con él. Accede. Queda tan bien que dice que la colgará junto a las que tiene con Carlos Latre y Jesús Quintero.