Internacional
Los «camisas rojas» se debaten entre la rendición y el suicidio
El Gobierno tailandés rechazó hoy la posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz con los "camisas rojas", los rebeldes que desde hace dos meses ocupan el centro de Bangkok. "La única manera de acabar con esta situación es que se acaben sus protestas", insistió ayer Satit Wongnongtoey, alto mando del gabinete del primer ministro.
En realidad, los márgenes de negociación son muy reducidos ante las crecientes divisiones de los amotinados. Y es que algunos, los más moderados, parecen dispuestos a alcanzar un acuerdo. Mientras que otros, encabezados por quienes orquestan las peleas en las trincheras, aseguran que continuarán peleando "hasta la victoria final".
"Si en el cuartel general alcanzan un acuerdo que no nos satisface, nosotros seguiremos luchando. Estamos ganando apoyos y, aunque no te lo creas, dentro de unos días seremos cientos de miles, rodearemos al Ejército y los aplastaremos", explicaba uno de los cabecillas, identificado como Mr Pakdi y quien coordinaba la lucha en una de las barricadas de ruedas ardiendo situadas al sur.
Entretanto, la intensidad del conflicto se rebajó considerablemente ayer. Por primera vez en cuatro días de escaramuzas, no hubo muertos y en el área ocupada por los manifestantes cada vez quedaba menos gente.
Sí es cierto que grupos violentos levantaron nuevas barricadas y llegaron a controlar áreas en el sur de la ciudad que hasta ahora permanecían tranquilas. Al mismo tiempo, sin embargo, dejaban flancos descubiertos, como la barricada de Ploen Chit, donde al caer la noche los militares empezaron a desplegarse sigilosamente sobre las vías del tren elevado, poniendo a tiro de rifle toda la avenida y asfixiando el único acceso que quedaba para entrar al corazón del campamento, a través del cual los "rojos"han estado pertrechándose de agua y víveres en los últimos días.
Mientras tanto, el funeral del llamado "Comandante Rojo", uno de los cabecillas rebeldes y quien fue asesinado por un francotirador el viernes, tuvo lugar ayer en un templo de la capital. En la ceremonia, que estuvo pagada por la Casa Real, coincidieron varios altos mandos militares con líderes de la revuelta, demostrando que el protocolo de los ritos funerarios está por encima de las divisiones políticas en Tailandia.
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