Cataluña

El PSC acaba la legislatura con riesgo de fractura

El debate sobre el derecho a decidir evidencia las tensiones internas de un grupo dividido

El grupo parlamentario del PSC, ayer, durante la última jornada del debate de política general que puso fin a la IX Legislatura
El grupo parlamentario del PSC, ayer, durante la última jornada del debate de política general que puso fin a la IX Legislaturalarazon

Barcelona- La mayoría de analistas coincide en la idea de que las cosas no le van muy bien a Pere Navarro, aunque puede que ayer sintiera cierto alivio porque la IX legislatura llegó a su fin y ya no tendrá que lidiar con un grupo parlamentario que confeccionó la anterior dirección del PSC. Desde que se hizo con el liderazgo del partido hace nueve meses, Navarro no ha conseguido que su partido remontara de forma significativa en las encuestas y, además, su figura arrastra serios problemas de notoriedad. No son asuntos menores, pero al menos no tendrá que seguir poniendo orden en un grupo parlamentario que ayer rozó la fractura tras intensas discusiones sobre el derecho a decidir.

El grupo del PSC se atrincheró durante tres largas horas en sus despachos de la Cámara para discutir la postura que debía adoptar en relación a la consulta sobre la independencia presentada por CiU y ERC. La discrepancias internas pusieron en evidencia los problemas del PSC para articular un discurso único sobre el encaje (o desencaje) de Cataluña en España. Existen partidarios de materializar un referéndum por la independencia porque, al fin y al cabo, un 70 por ciento de su electorado es partidario de celebrar la consulta y un 23 por ciento se declara independentista, según encuestas internas del partido. Pero también existen los que dan voces de alerta sobre el riesgo de convertirse en comparsas de CiU. He ahí el problema.

Así las cosas, los socialistas catalanes apostaron por la abstención porque cualquier otra opción –apoyar o rechazar la consulta– hubiera provocado una fractura casi definitiva en un PSC que no encuentra su sitio en la centralidad política, pese a los esfuerzos de Navarro. De hecho, tan siquiera la abstención sirvió para contener a Ernest Maragall, que acabó votando a favor de la resolución junto a CiU, ERC, ICV, Solidaritat y el diputado Joan Laporta.
Navarro, por tanto, pudo respirar después de unos meses en el Parlament que no han sido sencillos, puesto que en el grupo del PSC han tenido que convivir muchos egos (siete ex consellers y un ex ministro) y muchas sensibilidades. Todo ello con el líder del partido fuera de los pasillos del Parlament, ya que no tiene acta de diputado y continúa como alcalde de Terrassa.

El primer secretario de los socialistas catalanes acostumbra a lamentarse porque a su dirección se le exige lo que no se le ha exigido a ninguna otra en los últimos 30 años. Se le reclama, por ejemplo, redefinir la relación con el PSOE para garantizar la libertad de movimientos del PSC en el Congreso. Se le pide también que haga creíble la propuesta federalista a nivel español, pero lo cierto es que Navarro bastante tiene con que las ansias por imprimir otros aires al PSC no se desmadren. Ahí están, por ejemplo, Montserrat Tura y Àngel Ros, siempre dispuestos a convertirse en cabeza electoral de los socialistas catalanes de cara a las elecciones autonómicas.

Sin primarias
Ninguno de los dos tiene opciones, en realidad, de ser candidato de cara al 25 de noviembre porque el consejo nacional del PSC proclamará a Navarro, con toda probabilidad, este domingo. No habrá primarias y, por tanto, persistirá la sensación de que el partido cierra sus problemas más cruciales en falso.

El siguiente paso será confeccionar las listas del partido. Ni Tura ni Ros quieren renunciar a tener visibilidad en el Parlament, pero está por ver si la dirección del PSC opta por hacer una purga de la denominada ala catalanista con el propósito de evitar distorsiones en el mensaje o si se inclina por aglutinar a todas las figuras posibles en un gesto destinado a demostrar la capacidad de integración de Navarro.