El PSOE el único que evita condenar los ataques a los saharauis en el Senado

Lo hicieron de forma conjunta tras reunirse con el delegado del Frente Polisario en España, Bucharaya Beyun. Una cita programada la noche anterior, después de que los grupos fueran incapaces de elaborar una declaración institucional de condena unánime. Entre los trece senadores que asistieron al encuentro se encontraban José Carracao, del PSOE, y Josep María de Puig, del PSC. Sin embargo, al finalizar la reunión, ambos decidieron irse y no comparecer ante la Prensa con el resto de parlamentarios que no sólo condenaron los «ataques» de Marruecos al pueblo saharaui, sino que exigieron al Gobierno que «tome las riendas» y pida que se abra una investigación.

«El Gobierno coloca los intereses de España por encima de los cadáveres de los saharauis», manifestó Bucharaya tras informar a todos los senadores de los últimos acontecimientos. «La única versión oficial que ha pedido y acepta España es la del ministro marroquí», explicó el delegado del Frente Polisario, ya que «nadie se ha puesto en contacto con los saharauis para conocer nuestra versión», matizó. Y fue más allá: «España, con su comportamiento, está dando oxígeno a Marruecos para que siga con esta masacre y limpieza étnica». Si a esto se une el cerrojazo informativo, la expulsión de diputados y activistas españoles y las muertes confirmadas de saharauis, Bucharaya no pudo evitar preguntarse «¿Cuánta información más necesita el Gobierno español?».

Opinión compartida por el senador del PP Alejandro Muñoz-Alonso, quien aseguró que hay información «suficiente» para saber que se están vulnerando los derechos humanos. «No queremos romper el diálogo con Marruecos, pero tampoco tenemos que callarnos ante determinadas situaciones», añadió. Contundente se mostró también el parlamentario del PNV Iñaki Anasagasti, que acusó al Gobierno de «no tocar el tema» con Marruecos y «tirar millas».
El resto de parlamentarios coincidió en señalar que los intereses económicos de nuestro país no justifican la «brutalidad» marroquí ni el «silencio» del Ejecutivo socialista.