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Manda Stoner

«Antes yo era el conejo y él, el perro. Ahora es al revés, yo soy el perro que va tras el conejo». Así explicaba Lorenzo el cambio de régimen que se produjo ayer en el Mundial de MotoGP.

A Jorge Lorenzo se le fue la Yamaha de atrás y se acabó la carrera de Silverstonepara él
A Jorge Lorenzo se le fue la Yamaha de atrás y se acabó la carrera de Silverstonepara éllarazon

El mallorquín ha sentido durante varias semanas el acoso de Stoner, el piloto más en forma del momento y que ya manda en la clasificación. El australiano sumó su tercera victoria consecutiva con la misma o más autoridad que las anteriores, y aprovechó al máximo el «cero» de Lorenzo, que se fue a casa sin nada después de 25 carreras seguidas terminando entre los cuatro primeros.

La lluvia que cayó sin descanso en Silverstone convirtió la búsqueda del triunfo en una especie de lucha por la supervivencia. Hubo más caídas que adelantamientos y no se trataba de pilotar muy rápido, sino de hacerlo con toda la delicadeza posible para no acabar tumbado en el asfalto. Hacía casi una temporada y media que no le sucedía precisamente esto al vigente campeón, que sólo pudo dar ocho vueltas en Gran Bretaña. Ha reconocido varias veces que para estar cerca de los tiempos de Stoner necesita rozar sus límites, algo que con el suelo encharcado es sinónimo de accidente.

«Como imagináis, no estoy muy contento. Estoy decepcionado; he cometido el error de no esperar mi momento para adelantar a Dovizioso, que iba bastante más lento. Ha sido mi error. Estoy bien, por suerte no me he hecho daño, y creo que hubiera alcanzado a Casey, porque me veía pilotando bien y con mucha confianza», contaba el mallorquín, al que la rueda trasera de la Yamaha le falló y dejó el camino libre a su rival.

El agua convierte el motociclismo en una lotería, y se podía pensar que su aparición era una mala noticia para Stoner, pero de eso nada. El australiano está en un plan en el que nada le perturba. Si llueve, pues bien; si hace sol, pues perfecto. Sólo se limita a subirse en la moto, ponerla al límite y transformarse en un cohete inalcanzable para el resto.

Ayer sólo necesitó un par de vueltas para ponerse al frente y comenzar su «baile» sobre el asfalto. Completó veinte giros perfectos en unas condiciones imposibles. Ni un extraño, ni una frenada de más, todo tan suave como lo hacía Lorenzo el curso pasado. Su distancia con Dovizioso fue aumentando sin descanso hasta irse más allá de los 15 segundos, un dato que explica perfectamente la superioridad del «Canguro».

Con Lorenzo fuera de carrera y Pedrosa todavía sin el alta médica, era imposible encontrar algún valiente capaz de inquietar a Stoner. «Dovi» se limitó a llegar ileso en la segunda posición y a celebrarlo como una victoria, mientras que Simoncelli, el piloto que con más comodidad rueda al ritmo de Casey, se cayó como casi siempre. Sólo una vuelta después de Jorge, se fue al suelo demostrando que su talento es tan grande como su falta de fiabilidad. Con un poco más de cabeza podría estar luchando por el título mundial, pero la regularidad es un concepto que le resulta ajeno.

«He tenido que esperar a que los neumáticos cogieran temperatura y en las primeras vueltas se me metía agua en el visor y no podía ver bien. Después de cinco vueltas tenía mejor visibilidad y he podido empezar a hacer los tiempos por vuelta que esperábamos», explicaba Stoner tiritando de frío antes de subir al podio, un lugar que ahora domina como antes hizo un tal Rossi. Valentino consumió otra carrera difuminado en la parte media de una parrilla raquítica, pero en la que su Ducati no está a la altura. Es el momento de Stoner con el permiso de Jorge, que no piensa rendirse.