Miami

«Rafa y Roger no son unos divos»

El domingo 20 de octubre de 2002 Carlos Moyá amaneció en Madrid con «quince llamadas perdidas» en el móvil. Procedían del Masters 1.000 y de su director, Manolo Santana.

066nac02fot1
066nac02fot1larazon

«Le llamé porque el checo –Novak– se lesionó y no estaba dispuesto a disputar ni un juego de la final contra Agassi. Lo que se nos ocurrió fue llamar a Carlos para que jugara una exhibición y las 12.000 personas que tenía en la grada no se fueran a casa sin ver tenis. Desde entonces le estoy muy agradecido». Por eso, entre otras razones, Moyá ejerce desde esta edición de mediador entre los jugadores y la organización. «Aquello que hice, lo repetiría sin duda», dice «Charly». Para los jugadores ahora es uno más. «Las estrellas de ahora no tienen nada que ver con las de hace 10, 15 o 20 años. Ahora no hay divos. Antes eran más raritos. Los ‘‘cracks'' de ahora son gente muy normal y aceptan casi todo sin poner pegas», comenta.

Madrid se ha convertido en un torneo especial para buena parte de los jugadores del circuito. «Por infraestructura, público y ciudad, está a un nivel tremendo. Entre los jugadores se sabe todo –sigue Moyá– y sabemos que les encanta la ciudad y el torneo. Del boca a boca entre ellos sólo salen cosas buenas para Madrid. Para un español es lo más grande, pero es que a los que no son de aquí les encanta. Tienen curiosidad por la ciudad, ir a cenar al centro y el ambiente les vuelve locos...».

Santana recuerda que después de superar los sobresaltos de 2002 llegó el primer gran momento con la victoria de Ferrero. «Fue una satisfacción enorme porque superó a Federer en semifinales y se convirtió en número uno del mundo», según Santana. En 2004 llegaron las modelos recogepelotas. «Nadie puso pegas, todo el mundo lo aceptó encantado. Aquello demostró que en el tenis se puede innovar y que Madrid es uno de los torneos que más sabe evolucionar y aportar cosas diferentes», asegura Moyá.

Nadal logró su primer título en 2005. «Fue la final de cinco sets ante Ljubicic, uno de los grandes partidos de nuestra historia. Fue la consagración del torneo. Nadal dijo que sin el público de Madrid no habría ganado y comenzó a acabarse el síndrome de la altitud. Yo creo que tenemos unos jugadores tan buenos que les pones unos patines y serían capaces de jugar». Entre ese año y el siguiente, con el primer título de Federer, Manolo asegura que el torneo se convierte en un referente indiscutible de la vida social en Madrid.

Ion Tiriac, el propietario, y Santana quieren ir todavía más allá. «Echamos de menos las finales a cinco sets y creemos que tenemos el potencial suficiente en Madrid para un torneo combinado de dos semanas, como sucede en Indian Wells y Miami. Eso evitaría lo que sucedió hace dos años, que Nadal estuvo cuatro horas y media ante Djokovic en semifinales y al día siguiente tuvo que jugar la final». La pista azul ya es otra historia, aunque Manolo asegura que están «empeñados» en ese tema. Nadal y Federer son los líderes de la cruzada contra el cambio de color en la arcilla. Moyá, que ya ha probado la pista azul de entrenamiento, asegura que se juega igual que en la otra, aunque no tiene claro que el cambio sea inmediato. En lo que sí coinciden Santana y Moyá es en que el favorito en Madrid vuelve a ser Rafa.

Nadal y la racha de Djokovic
Feliciano López tampoco pudo frenar a Djokovic. El serbio llega a Madrid sin perder un partido en 2011. En Belgrado, en su torneo, superó a «Feli» por 7-6 (7/4) y 6-2 y acumula 28 victorias consecutivas. Es la segunda mejor marca de todos los tiempos. Sólo John McEnroe en 1984, con un arranque de 39/0, tuvo una puesta en escena mejor que la de «Nole». A Nadal, este comienzo de temporada no le ha pillado por sorpresa. «En dos meses no se puede evolucionar una barbaridad, esto es imposible. Podría pasar cuando eres muy joven y vas subiendo, pero cuando eres un jugador como Djokovic, que llevas ya muchísimos años, aquí milagros no existen y en dos meses no eres otro tipo de jugador. Es espectacular», confesó Rafa.