Andoni Candela

El fin de semana lo compartí con mi amigo y gran fotógrafo de naturaleza Andoni Canela. Vino al Enebral con su hijo de ocho años, que ya ha visto osos y linces en libertad. Andoni, con quien colaboro mensualmente en los reportajes que habrán visto en los aviones si han volado con Iberia, tiene listo todo el material para dos libros maravillosos, uno sobre el lince y otro sobre el águila imperial. Tuve el privilegio de recibir un anticipo y sólo les voy a dar un dato para que aprecien mejor el porqué de esas imágenes y filmaciones únicas. Andoni se ha pasado 1.600 horas aguantando témperas gélidas y calores sofocantes, metido en su escondite, en espera de días y más días para poder realizar un trabajo cuyos resultados son excepcionales. Hay escenas únicas, que jamás han sido filmadas ni fotografiadas. Algunas son el compendio del salvajismo, como el ataque de un águila a un zorro, otras despiertan una inmensa ternura, como esa hembra protegiendo con sus alas a sus polluelos en su nido en la copa de un pino azotado por la ventisca y la nieve; y otras, que nos crean la inmensa desazón de la homicida verdad de la naturaleza, como el asesinato del pollo más pequeño por su hermano mayor. Los libros, como fue su «Mirada Salvaje», marcarán un nuevo hito. Pero me gustaría que en esta ocasión se pudiera dar un paso más, ya que estamos delante de algo de interés nacional y mundial, al ser las dos especies exclusivas de la Península Ibérica. Ver la fórmula mejor de lo que se ha recogido con tanto esfuerzo y talento para que pueda ser conocido por el conjunto de la sociedad, y en especial por los más jóvenes en sus centros de formación, sería la consecuente culminación de esa tarea y algo que quedaría en nuestra memoria colectiva y en nuestro patrimonio común. Por cierto, casi echándose la noche, a la postrera luz del crepúsculo, nos sobrevolaron dos inmensas bandadas de grullas, de centenares, puede que de cerca de dos mil ejemplares, viajando ya rumbo al norte. La primavera se acerca y sigue sin llover.