Sevilla

Toros en Sevilla

La Razón
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Este año por diferentes motivos, sobre todo laborales, estoy haciendo poco ese camino que también es parte de los rituales de mi Sevilla, aparcar en el Alfonso y, sin prisa y con alguna parada, llegar con tiempo a La Maestranza. Siempre me viene un suspiro de emoción al entrar por la puerta del Príncipe. Luego vienen los muchos saludos con amigos, conocidos y medio pensionistas. No pude estar el viernes porque me encontraba en Madrid colaborando en el programa de A3 sobre la boda Real inglesa. Me perdí el triunfo definitivo de un buen torero, estaba cantado. Julián López fue novillero desde niño, además de los que ganan dinero, son poquísimos, lo normal es que el bachiller del toreo, que es la etapa novilleril, te cueste un capital. Desde la alternativa, siendo un chaval, fue figura. Pasó un bache, con muchos toros estoqueados, se vio venir que llegaba su gran momento, tenía oficio, capacidad y no carecía de arte. Aspiraba a situarse en el piso alto de la tauromaquia, el viernes lo dejó claro, con su triunfo en Sevilla se convirtió en príncipe del toreo, justo en el día que el mundo vivía pendiente de otro Príncipe, el de la Gran Bretaña. Me alegra siempre el triunfo merecido de los toreros, es bueno para la Fiesta Nacional y para España. Como estamos en plan taurino, no viene mal un tirón de orejas, el martes en el homenaje que se tributó en el carismático Hotel Colón a ese gran taurino, gran médico y sobre todo gran señor que es Ramón Vila, el mundo de los príncipes del toreo estaba representado a la máxima altura por el faraón Curro Romero y por Espartaco. A pesar de ello, noté la falta de muchos más toreros. No me vale que están en el campo preparando la temporada, no les va a pasar nada por estar una hora en un hotel en compañía de colegas y amigos. La asignatura social y de promoción de la fiesta, la tienen pendiente la mayoría de los taurinos.