Escritores
La silla de Zapatero
Una cosa es que alguien intente moverle la silla y otra muy distinta que no sea el oscuro objeto del deseo. Zapatero es muy hábil al obviar este pequeño matiz, porque sabe muy bien que Rubalcaba, Chacón, Blanco o su fiel Trini, ahora de capa caída, estarían encantados por ser los candidatos en 2012. No es criticable, porque la ambición en política, como en todo en la vida, es tan sana como positiva. Nunca me ha gustado la gente que no la tiene. Otra cuestión distinta son los trepas y otros individuos de esa ralea. Me sucede lo mismo con los nuevos ricos horteras, los petimetres con pretensiones o los esnobs sin clase (cada vez hay más). El problema de Zapatero es que su entorno político no cree en su capacidad para remontar las encuestas y se están posicionando para el postzapaterismo. Es algo muy habitual, no sólo en la política sino en la vida profesional. Debería desconfiar tanto de los aduladores como de aquellos que aseguran que no quieren el cargo.
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