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Espejismo democrático
Pocas horas después de que cerraran las urnas en la segunda ronda de las elecciones parlamentarias egipcias, la violencia volvía a estallar en el corazón de El Cairo en la madrugada del viernes. 48 horas después, ya son nueve los muertos y centenares los heridos en esta nueva crisis que tiene lugar menos de un mes después de la última batalla, la de la calle Mohamed Mahmud, situada en la entrada oriental de Tahrir, donde más de 40 personas fallecieron y unas 2.000 resultaron heridas.
EL CAIRO- Ahora el frente se encuentra en la calle Qasr al Ayni, al sur de la plaza Tahrir y a poca distancia de la sede del Consejo de Ministros y el Parlamento, donde empezaron los enfrentamientos después de que la Policía Militar desalojara el campamento de protesta por el nombramiento del primer ministro Kamal Ganzuri. Éste recibió el encargo hace tan sólo tres semanas por parte del Ejército –que gobierna de facto Egipto desde la caída del ex presidente Mubarak el pasado mes de febrero– para dirigir el país en este momento delicado de transición, sobre todo coincidiendo con las elecciones, que se celebran en tres fases entre finales de noviembre y mediados de enero.
Los comicios se vieron amenazados poco antes de comenzar, pero los militares no permitieron que nadie ni nada obstaculizara este proceso electoral que, por una parte, los legitima y, por otra, les brinda la oportunidad de permanecer en el poder hasta junio, en lugar de cederlo ya a una autoridad civil, tal y como demandan los revolucionarios. Las votaciones han transcurrido de forma sorprendentemente tranquila, excepto algunos episodios de violencia registrados en la segunda fase, el pasado miércoles y jueves –algunos candidatos fueron atacados, así como los jueces que vigilan las urnas–. Las autoridades no han querido darle importancia, más preocupadas en seguir adelante con las elecciones que en que éstas sean limpias y democráticas. Tanto el Gobierno como el Ejército aseguran ahora que este último brote de violencia es una conspiración contra la democracia, y no una revolución. Los Hermanos Musulmanes, grandes vencedores por el momento con más del 30% de los votos según los datos preliminares, también pedían ayer seguir con el proceso electoral.
Pero en Tahrir muchos se preguntan si tiene sentido seguir contando votos al mismo tiempo que se cuentan cadáveres, y si el Ejército que está organizando y supervisando las elecciones está legitimado para hacerlo después de la represión violenta ejercida, de nuevo, contra los ciudadanos.
Llamas en la Academia
Ayer, los soldados persiguieron durante horas a los civiles en la plaza Tahrir y sus alrededores, apaleando no sólo a los manifestantes sino también a los que pasaban por ahí, sin diferenciar ni sexo ni edad. Armados con escudos y bastones de madera, metal y plástico, arrinconaban a sus víctimas en los callejones, antes de llevárselas a rastras, tal y como comprobó LA RAZÓN. La Prensa, cual testigo incómodo de las violaciones, fue blanco de los ataques una vez más. Al cierre de esta edición, los enfrentamientos se habían reanudado en Qasr al Ayni, donde los manifestantes y la Policía militar se lanzaban mutuamente piedras, cócteles molotov y bengalas, al igual que la noche anterior. Uno de los edificios del Parlamento fue quemado de esta forma sin que las autoridades pudieran o quisieran evitarlo, y la misma suerte corría ayer la Academia Científica, que contiene miles de volúmenes de gran valor. Fruto de la incompetencia o premeditada, la violencia pone en duda una vez más el proceso democrático en Egipto.
Humillada por manifestarse
Apaleada, arrastrada por el suelo y desnudada en medio de la calle: esa fue la suerte de una joven manifestante en Tahrir, cuya imagen tumbada sobre el asfalto, con el torso al descubierto y el sujetador a la vista, mientras unos soldados la maltratan, está dando la vuelta a la red. Es una chica musulmana, con velo, denuncian los activistas. Ha sido humillada de esta forma intencionadamente aseguran, por unos jóvenes militares y policías que no están preparados para hacer frente a una crisis de este calibre y cometen todo tipo de abusos.
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