Ginebra
Frankenstein en la era de internet
Robert Harris inventa para su nueva obra una máquina que detecta el miedo financiero«El índice del miedo»Robert HarrisSEIX BARRAL . 336 págs., 21,90 eur. (e-book, 14,99)
Pocas carreras tan variopintas como la de Robert Harris: comenzó escribiendo ficción histórica en «Patria», una ucronía tipo: ¿y si los nazis hubieran ganado la guerra? Triunfó con «Enigma», el nombre de la máquina que los alemanes utilizaban para encriptar los mensajes de su flota de submarinos (llevada al cine con relativo éxito) y con la miniserie televisiva basada en «El hijo de Stalin», un thriller de lo más descabellado, pero con todos los ingredientes de la novela de espías: entre Clancy, Forsyth y Le Carré. Inesperadamente, Harris descubre la Roma Antigua y publica, con notables críticas, «Pompeya», seguida de «Imperium», sobre la vida de Cicerón.
Estilo impecable
Todas ella tienen un rasgo común: el poder y los tejemanejes políticos. Especialmente, su novela más conocida: «El poder en la sombra», que dirigió en la pantalla Polanski, sobre un ex mandatario parecido a Tony Blair inmerso en una intriga política digna de la paranoia delirante de los antisistema y el síndrome del 11-S. Sus thrillers están literariamente muy cuidados y estilísticamente resultan impecables. Buenas tramas, suspense logrado con maestría y denuncia política de la corrupción del estamento político y las grandes corporaciones. «El índice del miedo» es una reelaboración neogótica sobre el doctor Frankenstein cuya acción transcurre en Ginebra, junto al lago suizo donde Mary Shelley y John Polidori crearon dos monstruos imperecederos: el vampiro y el moderno Prometeo. Para Harris, ese monstruoso ser adquiere la forma de un superordenador dotado de una inteligencia artificial autónoma que se revela contra su creador.
Una máquina que detecta el miedo financiero y multiplica al infinito las ganancias de los malvados plutócratas que invierten en fondos de alto riesgo. Metáfora, a su vez, de la gestión matemática de la ingeniería financiera globalizada y crítica del capitalismo especulativo y de la avidez por ganar «dinero caliente».
Se trata de un ingenioso tecnothriller gótico, mitad cuento de fantasma mitad policiaco, donde aventura las consecuencias nefastas del progreso, como viene siendo usual desde «Frankestein», el científico loco que ayer desafiaba al Creador como hoy desafía al fantasma tecnológico. El VIXAL de Hoffman contiene un algoritmo de aprendizaje automático capaz de detectar el miedo financiero y capitalizarlo.
Como el dinero es cobarde, es el miedo darwiniano el que protagoniza este thriller financiero que bebe del temor ancestral de "ser como Dios", cuyas consecuencias son el castigo del científico y la destrucción de ese ser monstruoso que en manos de Shelley tenía la humanidad del friqui pero que en la construcción cibernética antimoderna progre adquiere el estatus de fría máquina infernal, peor que el perverso HAL 9000, de "2001", y más despiadado que el ordenador "MADRE"de la nave Nostromo de "Alien".
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