Teherán

Vuelco en Teherán

La Razón
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El acuerdo del lunes 17 en Teherán puede que con el tiempo alcance la categoría de hito histórico. Lo que los cinco del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania no habían logrado en un año de negociaciones lo consiguen el brasileño y el turco con un chiscar de dedos. ¿Quiere decir que nos han salvado de un islamismo nuclear? En absoluto, más bien todo lo contrario. Les han garantizado a los ayatolás unos cuantos pasos más en esa dirección. Muy bien, puede que sean los decisivos. Su diplomacia, una vez más, ha conseguido ganar un tiempo precioso, cuando ya ven la meta a su alcance, y probablemente mucho más. Los iraníes han accedido a entregar a Turquía la mitad del uranio que ya han enriquecido a un 3,5% para que se lo devuelva al 19,5%, porcentaje aún lejano del material de utilidad militar. De momento Teherán neutraliza la nueva ronda de sanciones que EE UU había preparado en el Consejo de Seguridad. Para no confesar su rotundo fracaso, Clinton sigue adelante con unas propuestas descaifeinadas hasta la inoperatividad de los tres paquetes anteriores. Rusia y China, como siempre, ya se hubieran encargado de desvirtuarlas, pero así no tienen ni que dar la cara. ¿Quién les ha dado una vela en este entierro a estos dos advenedizos? Rusia por el lado activo, Obama por el pasivo. El duo Medvedev-Putin lo han amañado todo. Han usado implacablemente en contra de Washington todas las grandes concesiones que Obama les ha hecho como prueba de buena voluntad, con vistas a un «reseteo» de las relaciones mutuas. Tanto Lula como Erdogan han acogido con alborozo la oportunidad. Ambos son sumamente ambiciosos, quieren ser los gallitos de su entorno y contar a escala internacional. Eso pasa por las armas nucleares. La política de Obama de buscar a toda costa la reconciliación con cuanto antiamericano hay en el mundo, sacrificando si es necesario a los viejos aliados, le ha proporcionado un incentivo tanto positivo como negativo. Washington ni protege ni amenaza. Se puede dar rienda suelta a las ambiciones y además es lo más prudente. Para los turcos es una situación desgarradora porque para crear su oportunidad apoyan directamente a un rival y posible enemigo. La compleja jugada prefigura la formación de un bloque antiamericano, antidemócrata, antioccidental, en que Rusia pretende ser el líder y que cuenta sobre todo con latinos e islámicos. Estamos en el comienzo de grandes cambios en la escena internacional.