Sevilla
Ferias entre nubes
Gris, gris, el tiempo está gris. Tanto me ha influido que me he vestido de gris. Parezco un párroco, eso sí, con buena parroquia. A pesar de lo dicho la vida te ofrece contrastes y de pronto se te puede llenar de colores. Eso me pasó en mi paseo diario por el Sicab, una auténtica gozada. Ya a media tarde me fui a la Cámara de Comercio, donde se presentaba un simposio sobre la Virgen de Consolación de Utrera y sus devociones americanas. Exposición sobre el tema siendo la pieza estrella un incensario o perfumador que la Virgen luce habitualmente y que es una auténtica obra maestra. La verdad es que estos objetos los usaban las grandes damas colgados de una cadena que llegaba prácticamente hasta los pies; venían a suplir el frasco de perfume de hoy. Si además tenemos en cuenta que la higiene entonces no era muy habitual, ya saben que lavarse demasiado se consideraba pecado, añádanle vestuarios barrocos y densos, por lo que si no hubiera sido por estos perfumadores, nadie hubiera podido estar ni un solo momento en ningún salón, aunque fuese del más alto palacio. Me encontré a Tony Benítez y los dos teníamos que ir a un desfile, pero antes repusimos fuerzas en Manolo Vázquez. Alcachofas con gambas de guía Michelin y unos boquerones al limón que seguramente los que puntúan en esta partidista lista no han probado jamás. Cruzamos, prácticamente, y nos dirigimos al centro Nervión. Rocío Peralta presentaba su colección de trajes de flamenca. Familia de artistas: padre rejoneador y poeta, madre reina de la elegancia y hermano poeta y compañero de este periódico. Inmediatamente, la pasarela se llenó de color y de gracia; además, tenía un añadido, las modelos no eran profesionales, eran muchachas muy conocidas aquí en Sevilla, por lo tanto, tenían todas ese saber andar, ese saber pasear un traje de gitana. Incluso alguna se atrevió con una pincelada flamenca. A destacar los originalísimos mantoncillos. Felicidades, Rocío.
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