Nueva York

«La sandía es perfecta para la acuarela»

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 ¿Qué tal la nueva exposición?
-Muy bien, ha ido muchísima gente.
-¿Una exposición que viajará por más lugares?
-Sí. Esta exposición estaba prevista hacerla en Nueva York, pero me convencieron para que la hiciera aquí primero. Ahora me alegro de que sea así porque representa un aspecto nuevo en mi trayectoria como pintor, ya que sólo he expuesto acuarelas, y eso es la primera vez que lo hago. Pero luego quiero llevarla a Nueva York.
-¿Qué diferencia hay entre la acuarela y el óleo?
-La acuarela es muy difícil, porque es más rebelde que el óleo. Es como un potro al que hay que domar, ya que no te permite el fallo, no puedes rectificar, y eso te obliga a una mayor concentración y precisión. Yo conozco a muy buenos pintores que le tienen pánico a la acuarela.
-¿Qué proceso se sigue para pensar un cuadro?
-El proceso parte de la personalidad y las obsesiones que se tengan como pintor. Las mías son los viajes, por eso aparecen tantas maletas en mi obra, y el espacio, por lo que siempre intento buscar la ingravidez en mi pintura. A eso hay que añadir que para mí el artista tiene que ser un notario de su tiempo, ésos son los tres parámetros por los que me guío a la hora de pensar una obra.
-Usted tiene abiertos estudios en Nueva York, Madrid y Toledo. ¿Qué le dice cada una de esas ciudades?
-Nueva York me fascina porque me parece una ciudad casi cósmica. En Madrid llevo cincuenta años viviendo y es la ciudad donde está el Prado. Y Toledo ha significado volver a vivir en el campo, entre encinas.
-Hoy hablamos de la vitamina D, la vitamina del sol, en su infancia era bastante corriente que la gente padeciera raquitismo. ¿Alguna vez lo sufrió?
-No. Yo me crié en Antequera, en el campo, pero, aunque muy pobres, comíamos bien porque mi padre era buen cazador y mejor cocinero –hacía unos pucheros magníficos con cualquier cosa–. Esa vida era muy sana y crecí fuerte.
-¿Y no vio casos a su alrededor?
-No, ya le digo que mi infancia fue muy solitaria, pero muy sana. Luego, cuando me fui a estudiar a Sevilla y me hospedé en el Hospicio Provincial, sí que vi algún caso, porque allí pasábamos auténtica hambruna.
-¿Por qué esa obsesión con las sandías?
-Porque son muy bellas. El rojo del interior que contrasta con el verde exterior. Además, para la acuarela es perfecta, porque es muy acuosa, como la pintura.