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El minuto de oro de Di Rupo

Tras recibir un efusivo beso en la boca de una travesti, la polémica atrapa de nuevo al primer ministro belga, que ya estuvo en el punto de mira por reconocer públicamente su homosexualidad

Momento en el que el travesti Nancy besa a Elio Di Rupo durante una entrega de premios emitida por televisión
Momento en el que el travesti Nancy besa a Elio Di Rupo durante una entrega de premios emitida por televisiónlarazon

Que un primer ministro acapare la portada de los diarios de su país no es noticia. Pero todo cambia si se añade que el protagonista, el belga Elio Di Rupo, se mereció tal honor tras ser besado por un travesti en un programa de televisión en directo. Es lo que ocurrió la noche del martes durante la retransmisión de los premios a los flamencos del año. Encargado de entregar a Tom Boonen el trofeo de mejor ciclista de 2012, el jefe de Gobierno belga reclamó un beso al maestro de ceremonias, el humorista y travesti Nancy, que sin tapujos se lanzó a besar efusivamente en la boca a un sorprendido Di Rupo, que sonrió mientras trataba de limpiarse el carmín. Sin embargo, era demasiado tarde. La foto del «premier» con unos labios rojos estampados en la cara ya copaba todos los medios belgas. Primer líder europeo en reconocer abiertamente su homosexualidad en 1996, Di Rupo goza de una amplia popularidad en su país gracias a sus dotes negociadoras para pactar un gobierno de coalición entre valones francófonos y flamencos neerlandeses tras un año y medio de parálisis política. En diciembre de 2011, Di Rupo se convirtió en el primer valón y socialista en presidir un ejecutivo belga en 38 años. Su eterna pajarita, su jersey sin corbata, su pelo largo y sus gafas de montura metálica le confieren una imagen más propia de un profesor universitario que de un primer ministro al uso. Hijo de inmigrantes italianos, el líder del Partido Socialista francófono nació el 18 de julio de 1951 en el municipio de Morlanwelz, en la provincia valona de Hainault. Pese a su origen humilde –su madre analfabeta tuvo que hacerse cargo de sus siete hijos tras morir su marido en un accidente de automóvil en 1952– Di Rupo destacó como estudiante y se licenció en Químicas antes de iniciar su carrera política en la Administración local y regional. Su salto al Gobierno federal llegó en 1994, cuando fue nombrado viceprimer ministro y ministro de Comunicaciones y Empresas Públicas y más tarde titular de Economía y Comunicaciones. Su prometedora carrera política, sin embargo, sufrió un duro golpe cuando en 1996 el chapero Olivier Trusgnach le denunció por haber abusado de él sexualmente cuando era menor de edad. Con una opinión pública conmocionada entonces por el escándalo de pederastia de Marc Dutroux, Di Rupo reconoció su homosexualidad y haber recurrido a la prostitución masculina al mismo tiempo que defendía su inocencia. «Parece que soy víctima de una mezcla y confusión entre hechos de mi vida privada, que a nadie interesan, y actos desagradables e indignos que la gente quiere atribuirme», declaró con enfado. «Se está jugando con la frontera entre la vida privada y la vida pública. La vida privada es uno de los fundamentos de la democracia. Como hombre libre he frecuentado los locales que yo he querido. Ni de lejos ni de cerca estoy relacionado con actos de pederastia. Todas mis relaciones afectivas han sido libres y consentidas», puntualizó ante los medios. Tras ser exculpado por los tribunales de todas las acusaciones meses después, el líder francófono recuperó su popularidad. En la cima de su carrera política, ya nadie habla en Bélgica de la homosexualidad del primer ministro del país pionero en legalizar los matrimonios de personas del mismo sexo en 2003. En una entrevista al diario «La Libre Belgique» en 2008, recordó su reacción ante un periodista que dudaba de su inocencia. «Sí, pero sigues siendo un homosexual», espetó al político valón, que gritó «sí, ¿y qué». Aquella exclamación, asegura Di Rupo, «me salvó» porque «entré en el círculo de la verdad». LA HOMOSEXUAL QUE CONTROLA ISLANDIA Tras ganar las elecciones de abril de 2009, Johanna Sigurdardottir hizo historia al convertirse en la primera mujer en encabezar un gobierno en Islandia y la primera lesbiana del mundo en llegar tan alto. A pesar de que la crisis económica ha centrado su gestión, la coalición «rojiverde» ha tenido tiempo para aprobar en el Parlamento una ley que legaliza los matrimonios homosexuales. Sigurdardottir, que desde 2002 mantenía una unión civil con la escritora Nina Leosdottir, predicó con el ejemplo y contrajo matrimonio con su pareja el 27 de junio de 2010, el día en que entró en vigor la ley.