Carreteras
Centinelas de una ciudad en vela
Conocen la ciudad «al dedillo» y admiten una deformación profesional que les lleva a ir comprobando semáforos y cámaras de vigilancia en sus ratos de ocio. Se trata de una plantilla de más de treinta personas que, en tres turnos y durante las veinticuatro horas del día, se encargan de la sala de Control de Tráfico del Ayuntamiento de Valencia.
Alfonso Aznar, supervisor, ejerce de cicerone durante la visita y explica las maravillas tecnológicas que hacen posible el Gran Hermano de la capital. Hay un puesto para la gestión de averías de semáforos. Si se funde una bombilla, alerta amarilla. La roja, cuando se apaga un cruce. «La respuesta es inmediata», asegura.
Junto a este puesto se encuentran los de gestión de información al público. Si se ha preguntado alguna vez quién es el autor de leyendas como «Tráfico fluido por Avenida del Cid» o «20 plazas libres» en el «parking» de San Agustín, que sepan que se hace desde aquí. Se recopila la información, se analiza, se resume y, listo. Ya está en los más de 130 paneles que cuelgan por toda la ciudad.
Queda el puesto de forzaduras, donde se ajustan los ciclos de los semáforos -más largos por el día- y el que controla los 19 pasos inferiores de la capital, entre los que destaca, como más peligroso, el de la avenida Primado Reig con Peset Aleixandre, pues registra un accidente al mes por choque contra la mediana o la pared debido al exceso de velocidad.
Son muchas horas frente al gigantesco panel las que han generado mil y una historias. Han sido testigos de cómo un hombre toreaba a los vehículos en el paso inferior de Gran Vía Germanías y de la carrera de un espontáneo desnudo a las seis de la mañana por uno de los puentes más céntricos y al que la Policía persiguió y vistió con una falda escocesa que aún preguntan de dónde sacaron. También han visto y aplaudido la recogida de polluelos en el puente de Xirivella después de que el camión que los transportaba se saliera de la vía - «no hubo ni una sola víctima mortal. Ni de patitos», celebran.
De estas anécdotas vienen las risas, pero la satisfacción procede del sentimiento de servicio público, de la sensación de utilidad que experimentan como cuando, por ejemplo, logran evitar un suicidio -«porque lo ves venir». Una alegría que además mitiga los momentos más duros y esos son sin duda, los accidentes con víctimas mortales.
Saben además del incivismo y sus modas y que la infracción más común entre peatones es cruzar fuera de la líneas de delimitación de los pasos de cebra o en rojo, sobre todo las personas mayores. Entre los conductores, lo que más se lleva es saltarse a la torera el espacio reservado para los viandantes y pisar el acelerador en la Ronda Norte o el Bulevar Sur.
«No puedes poner un Policía en cada punto negro - en Valencia los principales son las intersecciones de la Avenida del Puerto con Eduardo Boscà y la de San Pío XXII con Campanar-para prevenir accidentes». Pero lo que sí se puede es evitar coger el coche cuando confluyen tres circunstancias: lluvia, noche y fin de semana. La combinación ganadora de los accidentes de tráfico.
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