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Destinos para la funcionaria Aguirre

Sus compañeros de promoción trabajan en Nueva York, las Naciones Unidas y han estado en China o Rabat. Si Esperanza vuelve, podría tener esos destinos 

La Razón
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Fue antes del principio, cuando la política sólo era una ilusión o una manera de pasar el rato y conversar con los amigos. Tras acabar la carrera, Esperanza Aguirre aprobó en 1976 la oposición de Técnico de Información de Turismo, cuerpo al que ahora ha pedido el reingreso. Era la XI Promoción y el ministro de Información y Turismo, Adolfo Martín Gamero, recibió a los nueve nuevos funcionarios, que prestaron juramento. Martín Gamero les aseguró que su contribución a las tareas del Ministerio iba a ser muy importante, según informaba el «Abc», en febrero de 1976.

Con Esperanza Aguirre no se equivocó en lo de importante, pero sí en lo del Ministerio. Como sus compañeros de promoción, fue funcionaria hasta que la política se cruzó en su vida durante un paréntesis de 30 años, que se cerró el pasado lunes. Ahora ha pedido el reingreso a Turespaña y el ministro Soria ya ha dicho que podría desempeñar funciones en alguna de las oficinas por el mundo.

«He estado en La Haya, en Marruecos, en Londres, París, he estado en la OIT (Organización Internacional del Turismo) y cinco años en China», asegura Antonio de la Morena Ballesteros, que aprobó los exámenes con ella. Si Esperanza Aguirre volviese, tendría que hacer lo que hace De la Morena: «Promover España, en materia de Turismo, dar a conocer nuestro producto en el extranjero. Y si conseguimos que un agente y que sus clientes puedan hacer un curso de cocina y también visitar la mezquita de Córdoba, hacemos buen trabajo. Ponemos en contacto a extranjeros con españoles y realizamos campañas de publicidad y acciones en la redes sociales».

Todos sus compañeros de promoción son veteranos, con una carrera en la que destacan los países en los que han vivido. Quien se presentaba sabía que, aunque viajar no era obligatorio, sí era lo más probable.

Florentino Sotomayor, que fue el número uno (Aguirre fue la tres), vive en Nueva York y ha sido nombrado consejero de Información en las Naciones Unidas. «No he parado durante toda mi vida, he sido un buen testigo de la Historia moderna. Estuve en Estados Unidos cuando el 11-S y vi salir humo del Pentágono. Estuve en El Cairo cuando comenzaba la Primavera Árabe y trabajaba en México, en 1985, cuando el terremoto».

A mediados de los años 80, los técnicos de Información y Turismo, como los otros cuerpos del Estado, se integraron en lo que se denomina TAC, pero antes era un cuerpo específico, del que sólo habían celebrado diez promociones. «Empezábamos a ser una potencia en turismo y se estaba profesionalizando», asegura Sotomayor. «Se estaba convirtiendo en una gran actividad económica y se apostaba por ella. Era de las oposiciones más complicadas –afirma De la Morena–, un cuerpo muy prestigioso, para el que había que conocer por lo menos dos idiomas».

Para optar a un destino hay que cumplir una serie de requisitos que salen en el BOE, entre los que son imprescindibles los títulos académicos, años de servicio, puestos de trabajo desempeñados en la Administración, los estudios y cursos. Después se tiene que presentar la candidatura y que sea aceptada, pues son puestos de libre designación. Si Aguirre se reincorporarse ahora a su carrera, con su currículum no le sería complicado conseguir un buen lugar para trabajar.

Si no hubiese sido política

Durante los primeros años, Paloma y Esperanza, las dos únicas mujeres de la XI promoción estaban en Madrid, compartían café todos los días. «No era muy diferente de ahora: inteligente, muy trabajadora y muy simpática y divertida, muy agradable en su trato personal y profesional, muy clara en sus ideas y muy valiente al expresarlas y siempre con los dos frentes, profesión y familia, abiertos».

Pero Esperanza se marchó a vivir la política y Paloma continuó con su carrera de funcionaria al servicio del Estado. No es mucho aventurar que si Esperanza Aguirre no hubiese hecho un paréntesis de 30 años, su vida hubiera sido parecida a la de Paloma: Londres, La Haya, Lisboa y Nueva York, promocionando «los destinos y productos turísticos españoles en otros países y ayudando a que nuestros empresarios vendan. Es interesante y gratificante, pero exige esfuerzo y dedicación».