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El mejor Álex de la Iglesia
Este viernes se estrena «La chispa de la vida», el último filme dirigido por Álex de la Iglesia. Inspirado en el clásico «El gran carnaval» –una de las cintas mayores de Billy Wilder–, constituye una de las aproximaciones más honestas y descarnadas que, hasta el presente, se hayan realizado en España al controvertido tema de los medios de comunicación. No hay concesiones en este relato que, debido a su ausencia de circunloquios a la hora de exponer la matriz psicológica de los personajes, pudiera dar la sensación de cierta aspereza en su inicio.
Estilo directo y maniqueísmo
De hecho, el énfasis con que De la Iglesia trabaja los contornos de los diferentes estereotipos «catalogados» en esta historia –objetivo para el cual se apoya en una puesta en imagen acertadamente hiperbólica, cosida a base de picados y contrapicados que acentúan lo emocional– conlleva que la narración bascule hacia esa vertiente del absurdo y lo grotesco tan propia del director de «El día de la bestia».
El principal mérito que avala una realización como la de «La chispa de la vida» es que, lejos de rebajar la posición enquistada y rocosa de cada cliché, la alimenta mediante un estilo directo que convierte el maniqueísmo en su principal aliado. El tráfico de emociones en que se ha convertido la escena mediática actual, en la que un repunte al alza del «share» es motivo más que suficiente para luchar por la exclusiva más ignomisiosa que imaginarse pueda, sirve de punto de partida para una labor de disección del egoísmo humano que el director efectúa en relieve, con trazos gruesos, eliminando todos aquellos elementos que pudieran entretener al espector de contemplar lo esencial de la materia analizable: la obscenidad en su sentido más tangible e inevitable. Tanto, que lo que se aprende de esta obra conmovedora de De la Iglesia es que, toda vez que apartamos el velo de los falsos matices con el que cotidianamente amortiguamos la violencia de la sociedad, lo que queda, en su visceralidad, es la exposición esperpéntica de este afán desmedido por comercializar hasta con la célula más íntima de cada individuo. No son pocos los que debieran examinar con atención este valioso documento.
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