Europa

Salamanca

Angela Merkel aspira al Toisón de Oro por Jesús MARIÑAS

Por encima de historias bien magnificadas, unidas y evocadas en la exposición, quedó claro que se trataba de un apoyo a Don Juan Carlos «por lo que está pasando».

El Rey inauguró el miércoles una exposición de la Fundación Carlos de Amberes
El Rey inauguró el miércoles una exposición de la Fundación Carlos de Ambereslarazon

El Toisón de Oro, que sólo puede otorgarse a 60 privilegiados (aunque actualmente están repartidos únicamente 18), cumple con el precepto de más calidad que cantidad. Sarkozy fue el último agraciado por Su Majestad con esta mención y comentaban que la próxima podría ser la presidenta alemana, Angela Merkel, nueva «dama de hierro», firme en reforzar Europa. Pasado y futuro se unen en la muestra que la Fundación Carlos de Amberes ha montado en la antigua Iglesia de San Andrés, la capilla más vieja del madrileño Barrio de Salamanca. La exposición, que fue inaugurada por el Rey el miércoles, ha sido amorosamente orquestada por un Miguel Ángel Aguilar que prodigó bienvenidas y consejos orientativos. Lo hizo con Simeón de Bulgaria, que llevaba el Toisón de solapa en un bolsillo, igual que Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española.
Los «toisonados» jugueteaban con la preciada joya que el Soberano, por fin, otorga también a mujeres, rompiendo con una prohibición de cinco siglos. Los tiempos han cambiado, así como el criterio que reconoce los méritos de la más antigua distinción europea. Javier Solana la exhibía con una cinta un milímetro más larga que la del Rey. Le gusta que bailotee. «Esta distinción la creó Felipe ‘‘el Bueno'', padre de nuestro Felipe ‘‘el Hermoso'' como nueva orden de caballeros hidalgos. Don Juan Carlos se la concedió a Beatriz de Holanda, Margarita de Dinamarca e Isabel II de Inglaterra. Hasta entonces era un reconocimiento exclusivo de hombres», matizaban los expertos ante un adelgazado duque de Huéscar, vestido con un primaveral traje gris similar al del Rey, que iba con corbata rayada en amarillo y azul, todo un dandy, mientras la ministra González-Sinde desconcertó con su blusón gris de punto. Rafael Espotorno la miró perplejo.
Todos estaban pendientes de la recuperación de Don Juan Carlos, aún bajo gafas de Carrera –modelo Top Car– de 120 euros. Son como un antifaz y tienen variaciones de cristales menos tintados, como las que normalmente lleva Cristiano Ronaldo. El Monarca batió su propio récord al aguantar en pie más de la media hora que le recomienda el doctor Ángel Villamor. En la exposición también estaba Paloma Beamonte, que presumía de tocado inglés de fieltro marrón: «Voy como la princesa Kate», comentaba para pasmo del duque de Wellington. Fue la antigua señora de un hijo de Serrano Súñer, y después la conocí ennoviada con el desgraciado Tato Escayola, que la dejó por Analía Gadé, entonces enredada con Pepe Solís. Eran las cosas que se decían en la España franquista, tan dada a líos de faldas.