Barcelona

Quien se equivoque lo pagará caro

La Razón
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Los partidos catalanes engrasan maquinaria y perfilan estrategias de cara al 28-N. Todos miran con lupa las encuestas aunque, como siempre, la mejor encuesta es la final y la complejidad del tablero político catalán –con 6 o 7 partidos con posibilidades de acceder al Parlament– deja la partida completamente abierta. Nadie duda de la victoria de CiU, pero ésta puede no ser tan apabullante. De hecho, la encuesta de LA RAZÓN confirma las tendencias, pero en sus tripas se dibujan estos interrogantes.
CiU tiene a su electorado totalmente movilizado, fidelizado y confiado en la victoria. Mas necesita todos estos votos para obtener una amplia victoria que le permita gobernar con holgura. Por eso, intenta poner huevos en todas las cestas. Parece una contradicción, pero ahora el líder nacionalista, con las expectativas de las encuestas, es el que más tiene que perder. Por eso, se presenta como un líder moderado y sensato, a la vez que reclama el concierto económico, deja de lado el Estatut, parafrasea a Ibarretxe con su derecho a decidir y no le duelen prendas en decir que «Cataluña no tiene cabida en la Constitución». Quiere ocupar el centro político pero también cubrir su frente más independentista.
Todo lo contrario sucede con socialistas y republicanos. Ambos pierden electores a espuertas. Sus fieles están cabreados y se refugian en la abstención. La mayoría no les traicionará dando el voto a otra opción. Estos casi 400.000 votos tienen la llave del resultado final. Si van a votar, el resultado podría edulcorar la derrota. Incluso cambiar un escenario político que hoy parece evidente.
Montilla para recuperar electores desanimados vuelve a las esencias. El tripartito no repetirá, desempolva el carácter antiindependentista del PSC y se revuelve contra el paro y la crisis, las principales preocupaciones de los catalanes. Un ejemplo. Ha lanzado –y puesto en marcha– un programa piloto del contrato para jóvenes sin formación y sin empleo dotado con 443 euros. 5000 jóvenes serán los beneficiarios.
Puigcercós hace de la independencia su «leifmotiv» para fomentar el voto útil de este mundo en torno a ERC. Su mejor valoración está entre los jóvenes. Es su baza. De ahí que Mas no abandone su lenguaje radical. No quiere que nadie pesque en esa charca. La división del independentismo va más allá de CiU i ERC. La encuesta lo refleja en «otros». Parece el seudónimo de Laporta. El ex presidente del Barça, amenazado por una campaña de «sexo, mentiras y cintas de vídeo», se ha refugiado en el victimismo. Puede lograr escaños en Barcelona y Tarragona. En Lleida y Girona, la división del voto con «Reagrupament» le impide cantar victoria. El baile de diputados del nacionalismo puede afectar, en negativo, a la propia CiU.
El PP aumenta ligeramente su porcentaje de voto, pero puede quedarse compuesto y sin novia. Sus posibilidades de subir o bajar dependen de unos centenares de votantes. De ahí que la inmigración sea su tema estrella. Es la tercera preocupación de los catalanes. Así, se aleja del debate nacional, en el que no está cómodo. Habrá que ver también cómo le afecta que Rajoy diga que apoyará a Mas. A una parte de su electorado no le hace ninguna gracia. Ciutadans también depende de la abstención. Están en el límite. Mucha abstención le beneficia. Alta participación los deja fuera.
En estas elecciones, la campaña será importante. Si alguien se equivoca lo puede pagar caro. La encuesta así lo dice y la más que caprichosa Ley de Hont puede afectar a todos.