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La chica del As

La Razón
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Vivo rodeada de chicos. Mi marido y mis hijos, todos varones, son futboleros, se ponen como locos con los goles y le encuentran hasta sentido a las declaraciones de los futbolistas. A mí, la intelectualidad de los discursos de los del balón se me escapa, debe de ser falta de sensibilidad. Pero, bueno, intento entender su punto de vista y hasta no sorprenderme cuando mi marido recomienda a los pequeños que hagan sus prácticas de lectura, a través de las líneas del diario As. Digo yo que también dejará algún poso en su aprendizaje, ¿no?
Por lo que ya no paso es porque me quieran vender que esas tipas tan curvilíneas que aparecen en la contraportada del periódico son chicas normales y sencillas, que incluso van por su segunda carrera, y que se exponen a la cámara todo lo desvestidas que les dejan para pagarse sus gastos de estudiantes. ¡Hombre, no! Una chica normal, además de no estar llena de silicona a los 25 –y muchas de las que aparecen ahí, lo están, que lo he visto yo con estos ojos–, prefieren poner copas en una terraza a quitarse la ropa para la última del As. Sobre todo, porque tienen casi la certeza de que esas fotos no van a servir precisamente para temas culturales, ni aunque un dilecto papá decida encontrar en el breve texto adjunto un espacio para la práctica de lectura de sus chiquitines, sino que se utilizarán, más bien, para otro tipo de prácticas masculinas, que se suelen realizar en la más estricta y absoluta soledad.