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Juan José Asenjo Pelegrina: «Muchos acuden al obispo para pedir orientación consuelo y dinero»
SEVILLa- Fría mañana de diciembre en el Arzobispado. «El ambiente en la calle es gélido», dice el periodista. «Pues en mi pueblo hace hoy menos seis grados», contesta el arzobispo de Sevilla. Juan José Asenjo, manchego recio, está acostumbrado a los rigores del invierno. Crisis, Navidad, política, cofradías... La ciudad, sus problemas y el balance de un año que muchos quieren olvidar calientan la conversación.
–En Sevilla hay 226.000 desempleados, 90.000 familias con todos sus miembros en paro y 60.000 personas en una situación de pobreza extrema. ¿La Iglesia llega a donde no lo hacen las administraciones para dar cobertura social?
–Tengo la impresión de que es así. La Iglesia es la última puerta a la que llaman los pobres que han perdido todas las razones y motivos para tener esperanza. Dentro de estas circunstancias tan tristes que estamos viviendo, procuramos ser el último aldabón al que los pobres se agarran. Todo ello a través de nuestras Cáritas parroquiales, las obras sociales de los religiosos –que dan de comer a cientos de pobres– y las hermandades y cofradías. Tengo la impresión de que, si no fuera por la Iglesia a través de sus diferentes instituciones, es posible que en más de un sitio se habría producido un estallido social, puesto que habría mucha gente que no tendría qué comer. Pero la Iglesia también llama la atención sobre las raíces de esta situación, que son fundamentalmente éticas y morales.
–Las Cáritas parroquiales están desbordadas, ¿tienen capacidad para tender el aluvión de peticiones de ayuda que están recibiendo?
–Tengo la certeza de que muchos sacerdotes y colaboradores de Cáritas están abrumados porque no pueden atender tantas demandas como quisieran. La situación es verdaderamente grave, sobre todo porque parece que no hemos tocado fondo. Lo que tenemos en lontananza es mucho peor.
–¿Cree que el próximo año mejorará la situación? ¿Hay razones para ser optimistas?
–Me gustaría que hubiera razones para la esperanza, pero el final del túnel todavía no se adivina. Es posible que el primer semestre de 2012 sea aún más crudo que el año 2011.
–En estos tiempos de preocupación y desesperanza, ¿la gente acude más a la Iglesia para encontrar ayuda espiritual?
–Estoy sorprendido con la nueva situación que se ha creado. Muchos acuden al obispo para pedir orientación, consuelo y dinero para salir a flote en una situación de desesperanza y desesperación.
–Dijo a los jóvenes en la vigilia de la Inmaculada que algunos abandonan la fe porque «se dejan llevar por los impulsos, las apetencias de cada momento, lo más cómodo, lo más placentero, las modas y lo moderno». Sin embargo, tenemos una generación de jóvenes muy bien preparada. ¿Están cada vez más alejados de la Iglesia?
–Ciertamente muchos están muy distanciados de la Iglesia, tanto a nivel intelectual como existencial. También tenemos que reconocer que muchos jóvenes están viviendo con mucho gozo y compromiso su vida cristiana, como hemos podido adivinar en la Jornada Mundial de la Juventud.
–Acabamos de estrenar un nuevo Gobierno, ¿qué le pide a los políticos?
–Honradez, entrega y conciencia de que son verdaderos servidores públicos.
–Mariano Rajoy se comprometió en campaña a derogar la Ley del Aborto. La Iglesia se ha mostrado muy crítica con esta norma. ¿Está satisfecho con el anuncio?
–No es una noticia plenamente satisfactoria porque se quedaría la ley anterior, que contemplaba tres supuestos en los que era posible abortar: violación, malformaciones congénitas o peligro para la salud de la madre. El aborto siempre, sin excepción, es algo inmoral, puesto que supone quitar la vida a un ser humano.
–¿Cómo son las relaciones con los actuales inquilinos del Ayuntamiento?
–Durante mi etapa de sacerdote en Sigüenza llevaba la parte relativa al patrimonio cultural de la Iglesia y me tocó tratar con políticos, empresarios de la construcción y arquitectos. Siempre he sido un hombre de paz y diálogo. Siempre he tenido buena relación con las autoridades, cualquiera que fuera su signo político. Así sucedía cuando era obispo auxiliar de Toledo, obispo de Córdoba –tuve que tratar con autoridades de Izquierda Unida–, con el anterior equipo del Ayuntamiento de Sevilla y con el actual. Soy amigo de Juan Ignacio Zoido desde hace años, cuando yo era obispo auxiliar de Toledo y él delegado del gobierno en Castilla-La Mancha. Las relaciones son muy cordiales y amistosas. Los nuevos responsables políticos del Ayuntamiento saben que me tienen a su disposición para dialogar y consensuar siempre buscando el bien común de los ciudadanos.
–Recientemente creó el Seminario Menor como instrumento para forjar nuevas vocaciones, ¿cómo está funcionando?
–Era una institución que desapareció después del Concilio. Había voces que decían que el Seminario Menor era una especie de avasallamiento poco respetuoso. Este año han abierto tres: Tarragona, Sant Feliu de Llobregat y Sevilla. Ha sido una iniciativa personal mía de la que estoy muy orgulloso. La respuesta ha sido muy positiva. Han ingresado 16 adolescentes que van al colegio de la Compañía de Santa Teresa. Hay un ambiente sereno, juvenil, de alegría, trabajo y piedad. Los chicos están muy contentos. También estoy muy contento con el Seminario Mayor, en el que han ingresado otros 16 jóvenes, algunos impulsados por el efecto JMJ. Al menos cuatro son fruto de esta cita.
–La intervención en el patrimonio de la Iglesia es una tarea difícil en tiempos de crisis. ¿La restauración de la iglesia de Santa Catalina está más en el aire que nunca?
–Sevilla tiene un ingente patrimonio cultural y artístico de titularidad eclesiástica, de una calidad excepcional. Tenemos mucho y muy bueno. Mantenerlo a punto es una epopeya. Hasta ahora hemos ido manteniéndolo con la ayuda de las administraciones. Espero que las dificultades sean coyunturales y que en un periodo más o menos breve podamos obviarlas y emprender la marcha con la velocidad adecuada. Comprendo que con las dificultades presupuestarias las administraciones no puedan colaborar. Tenemos que establecer un paréntesis. En Santa Catalina, la parte que le corresponde a la Iglesia está lista en el presupuesto.
–Aún así, las visitas a la Catedral siguen aumentando, según los estudios. ¿Es una fuente de ingresos irrenunciable?
–Es algo un poco misterioso. Con la crisis, el volumen de turistas que visita la Catedral ha aumentado extraordinariamente. Hasta el punto de que parece que la cantidad que entrega la Catedral al Arzobispado para obras, restauraciones y construcción de nuevos templos se va a ver incrementada notablemente. Gracias al Cabildo podemos emprender muchas obra que, sin su participación, serían impensables.
–Ya se ha llegado a un acuerdo para colocar el monumento a Juan Pablo II, ¿cree que esta iniciativa se ha encontrado con demasiadas trabas?
–Me han consultado y he dado el visto bueno. Ahora habrá que poner en marcha los expedientes necesarios para emplazar la figura grande del Papa Juan Pablo II, que visitó dos veces Sevilla.
«La hermandad de Gerena ha sido objeto de un engaño»
–¿El polémico posado de Paz Vega en una capilla de Gerena implica que el debate sobre el uso de los edificios de culto no está totalmente resuelto?
–Evidentemente, una iglesia o una ermita, por modesta que sea, no es el lugar idóneo para un reportaje fotográfico con desnudos. Es una cuestión de sentido común, aparte de que está prohibido en el código de derecho canónico. Este tipo de manifestaciones pseudoartísticas exigen otro tipo de lugares. Nos hemos sentido menoscabados en nuestros derechos. Los sentimientos religiosos merecen un respeto por parte de los creyentes de otras religiones y por los no creyentes. La hermandad ha sido objeto de un engaño. Ha actuado con un candor exagerado. En estos casos hay que amarrar mejor las condiciones para ceder un espacio religioso.
–¿Entendieron las hermandades la JMJ de Madrid?
–Los Panaderos la entendieron. Me siento muy cercano y vinculado a ellos. Podría decir que me siento «panadero». Entendieron que era una ocasión de oro para colaborar con la Iglesia y con el Santo Padre.
–El Consejo está inmerso en la elaboración de unos nuevos estatutos. ¿Cuál debe ser la naturaleza de esta norma?
–En relación a las puntualizaciones que hicimos, partimos del derecho objetivo y de lo que es el sentido común. El Consejo no es un club ni una institución cultural.
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