Buenos Aires
Vuelve López Vega por Eduard Escartín
El peronismo y sus líderes femeninas siempre han tenido mala suerte y quien ha acabado pagando los platos rotos finalmente siempre ha sido el pueblo argentino. El general Perón tuvo en su primera esposa, Eva Duarte, una gran baza política y, aunque la mítica Evita acertó con la ayuda a España en 1946-47, representó el populismo descamisado basado en el mito del reparto del dinero de los ricos. La pobre Evita, idolatrada como pocos después de su muerte, causó la ruina de su marido al querer éste erigirle un altar en la catedral de Buenos Aires.
En su segundo mandato, a Perón le sucedió su segunda esposa, María Estela Martínez «Isabelita», que acabó de consumar el desastre. La pobre señora, con la crisis económica y la guerrilla terrorista filocubana, se echó en brazos (y nunca mejor dicho) del ministro de la Presidencia, antiguo conocido suyo, José López Rega, llamado popularmente «el Brujo». Este personaje organizaba sesiones de espiritismo y además vapuleaba cuando podía a la presidenta. Aquella tragicomedia obviamente trajo a los militares al poder.
Ahora tenemos gobernando Argentina a otra viuda en danza, Cristina Fernández que, después de meter la pata con el juez Garzón, se apodera por las buenas de YPF y ataca a España. Tampoco falta la eminencia gris, el iluminado Kilikoff, niño bonito de la viuda Kirchner. Oyendo al personaje y viendo su bagaje intelectual esto huele mal. Pero no olvide doña Cristina que España siempre ha sido refugio de ex presidentes/as argentinos.
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