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Pringao

La Razón
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En este verano pintan bastos. Y no me refiero a la política, que también. No pienso hablarles del Estatut que ha entrado en una polémica más racional alejada de la algarabía independentista con la que ERC se llena la boca, y a la que se suma CiU con el derecho a decidir y el concierto económico bajo del brazo. No voy a comentar nada sobre las elecciones anticipadas de Rajoy porque ese conejo salido de la chistera sólo ha sobrevivido los días que ha durado el debate parlamentario, so pena que el líder del PP esté preparando una moción de censura en la que detalle su programa. Seguro que no será este verano. Tampoco les desgranaré la reforma de las cajas de ahorro que ha iniciado su andadura bajo los auspicios de Isidro Fainé y Rodrigo Rato. En sólo tres meses han allanado el camino para que Zapatero ponga en marcha una reforma de calado con el menor de los ruidos, y casi sin tropiezos. Yo me refiero a que pintan bastos para los previsores. Esos miles de ciudadanos que organizan el viaje de sus sueños con antelación. Si usted, como yo, es uno de esos que fue a una agencia de viajes, le aconsejo que no lea periódicos. No escuche la radio. No vea la televisión. Usted, como yo, ha llegado a lo más alto, a la categoría de pringao. Usted, como yo, se irá de vacaciones y tendrá la satisfacción de pagar el doble que otro que haya esperado a última hora. Él será beneficiario de una suculenta oferta de los touroperadores. Usted, como yo, no. Un consejo. Siga aquello de Santo Tomás, «una vez, y no más».